El palacio

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Era un lugar enorme y muy solitario, frío, los sirvientes y las damas de compañía pasaban la mayor parte del tiempo debajo del palacio, en la cocina, la lavandería o el jardín. La verdad es que las damas de compañía no tenían mucho trabajo, la "libertad" era fundamental para la familia real, y el personal de la realeza tenía la vida hecha y resuelta. La princesa Agatha era vista con malos ojos en el palacio, siempre trataba de evitar a los demás, incluido su familia, pasaba varias horas en la biblioteca, un lugar reconfortante y tan grande como el palacio, con libros que todos sus antepasados habían leído, escrito o comprado, y eran muchos, nadie sabe cuántos años llevaba existiendo el reino, la cantidad era inexacta pero referencial, 19 siglos tal vez. Cartless a través de los años anexaba otros territorios, pero en realidad no unían fuerzas, sino que conquistaban tierras o reinos mediante cruzadas, algo tan anticuado como efectivo. Al igual como a ella la miraban, ella los miraba, aquella riqueza era tan sucia como los trols del pantano, talvez un porcentaje no, pero la mayoría lo era. Al igual que todo palacio, había un calabozo, y se utilizaba constantemente, ella no sabría por qué hasta más después. Su cuarto era cómodo y lindo, las paredes eran de color celeste a diferencia de los pasillos color blanco, y su cama era amplia, una habitación digna de la realeza, al lado de la chimenea se encontraba una pequeña cama, le pertenecía al perro real, todo en su vida era "real", se llamaba Srup, un nombre muy original, se le ocurrió cuando estaba comiendo tortitas, aunque él no la utilizaba. También tenía un estudio personal para cursar sus estudios, y aunque no mantenía una relación empática con las damas de compañía y los sirvientes, se llevaba de maravilla con los cocineros y costureros del palacio, personas humildes y amables que la apreciaban muchísimo y el sentimiento era mutuo. La princesa tenia libertad, podía a ir donde quisiese y hacer lo que le apeteciera, después de terminar sus estudios diarios, iba a la cocina a ayudar, luego, junto a las costureras, confeccionaban varios y hermosos vestidos de gala, simples y pijamas, rondaba por la ciudad en busca de actividades o alguien que necesitara ayuda, la única regla era volver al anochecer para cenar junto a su familia y que para salir, debía terminar de estudiar, pero esa libertad debía tener un control, y ella lo sabía manejar, su hermana no. 

El destino de CartlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora