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Si había algo que Han Jisung podría afirmar con certeza era que amaba estar con sus amigos, los amaba a ellos, amaba cualquier cosa relacionada a las ochos personas que lo hacían olvidarse por un momento que su vida era una completa pesadilla.

Y sí, Jisung estaba dispuesto a vivir en una pesadilla solamente por permanecer a su lado.

Ellos eran quienes le daban color a sus días más tristes con sus locuras. Quienes lograban hacerlo sonreír a pesar de sentirse un completo desastre por dentro. Quienes le daban sentido a su vida que poco a poco caía a pedazos. Quienes lo hacían feliz por un momento, aún que Han Jisung no lo fuera en lo absoluto.

—¡Hey, Jisung! —la grave voz de Felix lo hizo girarse, observando como este apuraba sus pasos para intentar alcanzarlo.

—Hola. —saludó colocando su celular nuavemente en su bolsillo. —¿Videojuegos otra vez?

—Recién me di cuenta de la hora hace cinco minutos, debería colocar alarmas. —soltó una pequeña risa avergonzada, una vez estuvo a la altura de su amigo. —¿Tú? Vamos quince minutos tarde.

Tuve que escapar de mi casa porque mi madre no me dejaba salir con ustedes.

Me quedé dormido. —rió igualmente pasando su brazo por los hombros de su amigo mientras miraba sus propios pasos. —Cosas tontas.

Al llegar a casa de Hwang Hyunjin, ambos pelinaranjas fueron saludados por sus amigos, quejándose al instante de la gran bulla que producía Yang y Minho al estar peleando por el control de la televisión y el programa que cada uno quería ver.

Más allá se podía ver a Hyunjin en la cocina conversando con Chan y Changbin mientras alistaban algunas cosas para comer. Jisung ansiaba comer aunque sea un poco, pero sabía que no debía hacerlo para no sufrir después.

Si se acostumbraba a no comer podría pasar todo el tiempo que quisiera con sus amigos sin morir de hambre, para ese punto su organismo estaría habituado a la falta de comida y no tendría que sufrir por ello cuando le imponían aquella penitencia en su hogar por haber desobedecido las reglas.

Porque vaya que iba a desobedecer, podría hacerles caso en todos menos en una cosa; abandonar a sus amigos.

Distinguió al del cabellos rojos mirando las miles de películas antiguas que Hyunjin poseía en una estantería, mientras Younghoon se encontraba intentando detener la tonta pelea de Minho y Jeongin, por lo que decidió seguir acompañando a Lix, quien era el único que estaba solo.

—¡Deja de tocarme, hyung! —chilló el menor de todos hacia Seungmin, quien se había abalanzado a hacerle cosquillas, haciendo reír a la mayoría por las expresiones que hacía —¡Seungmin!

—Deja de abusar de Jeongin. —llegó Seo, teniendo atrás a Hwang y a Bang, quienes aún estaba concentrados en ordenar las gomitas por colores y de paso, comerse algunas. —Vayan a traer las demás cosas. El que no hace lo que digo no come, eso es ley aquí.

Y en su casa era lo mismo, solo que sin bromas ni risas de sus amigos y totalmente en serio.

¿Cómo van las cosas con Jeonghwa? —preguntó Chan hacia el mayor de los Lee mientras estaba ordenando los cojines de los sillones para que todos pudieran sentarse, excepto Jeongin con su obsesión con el suelo, claramente. —Casi nisiquiera te vemos, estás perdido.

—Perdidamente enamorado, dirás. —corrigió Younghoon tomando asiento, haciendo sonreír a Minho, quien seguía con la mirada en su móvil. —Porque eso es lo que parece. Deja el celular. No le va a pasar nada si le dejas de hablar por dos minutos.

Quédate conmigo || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora