M A L

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Mi nombre no importa mucho en estos momentos, llámame Keith

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El joven se sobresalto de golpe, estaba sudando a mas no poder mientras busca algo que al final no pudo. Pestañeaba un poco para finalmente suspirar.

La situación era que estaba solo en una cama ni él recordaba que se metiera, tenía suerte de que aquel desastroso, mugroso, desordenado y oscuros lugar resultará ser de él. Eso le calmaba un poco.

- Otra vez ese sueño, todavía sigo pensando que es una broma.

Apretó un poco su cara con una mano, acto seguido reviso el celular para darse cuenta que tenía varios mensajes de sus amigos.

Lo reviso un momento para quedarse con cierta cara de incrédulo.

- Una sorpresa... ¿Para mí?

Balbuceo un momento sin saber muy bien como reaccionar a eso. Ni siquiera era su cumpleaños, tampoco era un aniversario, no había realmente motivos para ello.

Igualmente esto le hizo esbozar un poco una sonrisa.

Movió ligeramente los hombros para estirarse, caminaba lento al baño aunque fuera para despejarse un poco. En cuanto ingreso al lugar, no pudo evitar verse hasta con cierto desagrado, aunque, estaba mejor así, prefería eso que estar como antes.

Unas ojeras le decoraba los ojos oscuros del azabache, su piel que alguna vez tenía color estaba pálida y reseca. La solución para aquel inconveniente era simple. Maquillarse como la grandísima escoria que era.

Tomó del neceser estampado de flores un par de botes para dar color. No era ni suyo, pero era mejor eso que le empezasen a preguntar sus compañeros, no quería dar otra explicación de que se desvelo por que alguien no "duerme".

Muy bien. - Susurro el chico para tomar un algodón para empezar a darse - Das aún tanto asco... Sempai tiene parte de razón.

Era como cosa de magia que aquel aspecto desaparecía. Ver así le hacía sentirse un poco mejor, pero aún necesitaba más cosas. Este se quito el pijama con cuidado para admirarse con cierta satisfacción... Pero no le duró mucho el estímulo, encontró alguna pega conforme más bajo apuntaba.

- No está mal... No está mal para un fracasado... - Se quejó el muchacho entre dientes, ni humor estaba para estar más tiempo en ese lugar, menos oliendo lo de ayer.

Al final se puso la ropa más hoguera que disponía, después de todo tenía que estar presentable, le llamaba poderosamente la atención que tenían para él. La idea de no saberlo le atraía demasiado. Eso le hacía dar cierta muecas en su cara.

¿Cuál era la sorpresa? Ni él lo sabía, lo único que tiene constancia era una localización que le dio su amigo. No se demoro más, luego rebusco en la cama con su skateboard. Con ella salió a casa y recorrió las calles, no había mucha gente a esas horas, pero lo agradecía.

Donde quedaron era una vieja construcción sin acabar, se podía apreciar aun los escombros, las pilas e incluso alguna pintada que alguien dejo ahí. Allí estaban sus dos mejores amigos. En primer lugar le saludo cordialmente la única mujer del grupo, por otro lado el otro simplemente se limito a mover la cabeza, no parecía importar mucho en ese momento a parte de limpiar su preciada arma.

Mi nombre esDonde viven las historias. Descúbrelo ahora