Capítulo II

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Graham

-Levántate- Escuché una voz dolorosamente parecida a la de Katerina y abrí mis ojos color sangre, siempre había pensado que en mis ojos se reflejaba el apocalipsis y por eso me gustaban tanto, reflejaba el infierno que era y siempre sería mi alma.

Mi hombro era la raíz de un dolor que se extendía por todo mi cuerpo, y a pesar de que era inimaginablemente intenso, no produje ni un solo sonido.

-Soy Alisa, la hermana de la mujer que robaste-Anunció la chica enfrente de mí, y la observé con claridad a pesar de que mis ojos pesaban, era parecida a Katerina, pero no lucía tan magnífica como la otra. Katerina era como un sueño ardiente, del que anhelas despertar solo para recordarte que tan frío y cruel es el mundo, ¿Qué idiota se permite soñar con algo tan profundo y devastador?, mientras que Alisa lucía como una vida de tristeza, pero del tipo que te consume y te hace saborear la felicidad como miel en el paladar en los breves instantes que se te permite tenerla.

-¿Dónde está? Después de que la sacaste de la casa de su esposo, se esfumó y nos pertenece-Me enfoque en palpar las cadenas que me sujetaban, el material era extrañamente fuerte pero podía sentir que estaban unidas con la silla, si lograba romper la silla podría soltarme.

-Buscamos en la casa de tu amiga pero solo te encontramos a ti, y lo de tu hombro te hará desmayarte si intentas escapar, así que te recomiendo que no lo intentes.

-Habla o tendré que hacerte hablar-Amenazó pero mi boca permaneció cerrada.

-Sabemos todo de ti, la vampira vigilante, matando solo hombres y después desapareciendo todo sobre ellos, salvando miles y miles de mujeres, pero ¿Quién te salvará a ti?- Debía admitir que me sorprendía que aún no me hubiera metido un dedo en la herida, la mafia rusa era de sangre fría, participando en el tráfico de humanos y armas, sin mencionar sus estafas y corrupción, eran forjados desde pequeños, ¿Qué hacía esta chica hablando conmigo?

-Deberías hablar conmigo, en vez de que algo peor intente sacarte la información.

-No lo sé-Dije y me tomo de la barbilla, tal vez si fuese humana me hubiera sobresaltado por la fuerza que utilizo pero permanecí en la misma posición, sacó de su bolsillo una pequeña bala color violeta y la refregó contra mi piel, el dolor era abrasador pero después de tantos años en la nada, solo sonreí.

-¿Aún sigues pensando en no hablar?

-Tal vez si te arrodillas, lo pueda pensar.

-Bien, si no soy yo, alguien más va a hacerte abrir la boca-Dijo y se puso de pie, guardando la pequeña gema que había hecho que mi piel emitiera humo, como si se estuviera quemando. Supongo que lo que dicen del infierno es cierto, todo aquel que provenga de este, arderá en algún momento.

-Inténtalo, diles que el diablo los espera.

-¡Entren!-Gritó y cinco hombres entraron a la habitación, llenos de cadenas y cajas, debía actuar ahora o si me ponían más cadenas tal vez no sería capaz de escapar. Esperé a que Alisa saliera del cuarto para que fueran menos personas y en ese breve instante en que caminó fuera del cuarto, mi garganta comenzó a sentirse ansiosa por la sangre que recibiría en unos segundos.

-Déjennos solos muchachos-Anunció uno de los cinco y todos lo miraron con confusión.

-Nana dijo que teníamos que torturarla para ver si hablaba, los cinco.

-No he metido la polla en un culito así de bueno en un tiempo, saben que me van las que resisten-Dijo e hice una mueca de asco.

-No me van las pollas, menos las de violadores-Hablé por primera vez desde que habían entrado y se sorprendieron al ver que hablaba ruso o tal vez fue porque era lesbiana, no era ningún secreto que en Rusia es ilegal ser un miembro de la comunidad LGBT+.

Where do broken hearts go?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora