Hoy, después de días, me bañé y lavé mi cabello. Arreglé la casa y arreglé un poco de mi.
Encontré mi vieja guitarra.
Sonreí al ver la carita feliz que habías dibujado con un marcador cuando intentabas convencerme de irme. La abracé y contuve mis lágrimas.
Siempre me dijiste que una de tus cosas favoritas era oírme tocar y cantar.
Te dedicaría mil y un canciones.
Te cantaría hasta quedar afónica... Si con eso hiciera que vuelvas a mi.