capítulo tres

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La fotografía siempre me interesó. No entendía mucho del tema, de los ángulos, de los tipos de cámara, de los lentes, de la luz. No entendía pero no podía evitar soñar con algún día entenderlo.

Había empezado un curso, en el cual duré tres días debido al estrés que me causaba no entender nada. Pero aún conservaba la pequeña, y un poco vieja, cámara de fotos.

Me la habían comprado mis papás para empezar aquel curso, y cuando abandoné quisieron arrancarme los pelos, pues les había salido un poco caro.

Después de aquello consideré volver al curso, me sentía un poco culpable y no quería que mis padres sientan que no valoraba su esfuerzo.

Años después, pude encontrarle uso.

Tiago era un muy buen modelo, y yo todavía tenía ganas de sacar fotos. Así que otra actividad nuestra era la tarde de sesión de fotos, yo practicaba y él también. Tenía una pequeña afición por el modelaje.

-Saliste hermoso, amor. Como siempre -le mostré las fotos recién sacadas-.

Este chico me sorprendía cada día más con su belleza.

-Será la magia del fotógrafo también -halagó depositando un beso en mi mejilla izquierda-.

Nuevamente, no pude ocultar la sonrisa boba que se escapó de mis labios.

IMPORTANTE (tiagsher) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora