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En cuanto la vi, corrí hacia ella. Su semblante era terrible. Estaba tan pálida y delgada, tenía el cabello echo un desastre, parecía de estropajo, la mirada apagada y apenas podía caminar. Tenía la ropa rasgada y sucia de manchas que parecían ser sangre seca. Había algunos rasguños en sus piernas, brazos y cara. Lucia fatal, como si algún oso la hubiera atacado o hubiera caído colina abajo. El corazón me dio un vuelco al verla en tan deplorable estado. Solo ella sabía lo que había tenido que sufrir.

—Francia—sonrió débilmente antes de desplomarse entre mis brazos—. Pensé que no te vería de nuevo...

La estrujé con fuerza, mientras besaba su cabeza. Las lagrimas comenzaron a resbalarme por las mejillas. Estaba tan aliviada y feliz de verla de nuevo. Durante los últimos días, no había dejado de pensar en lo peor, en qué tal vez podría estar muerta y que jamás volvería a verla. También había fantaseado miles de veces con ese momento, pero solo habían sido eso, fantasías. Pero no había sido así, ahora estaba entre mis brazos y estaba viva.

La nieve comenzaba a caer con más fuerza. Debíamos irnos de antes de que se soltara una tormenta de nieve y no pudiéramos salir de ahí.

—Tranquila Sally—besé la coronilla de su cabeza—. Ya estás a salvo.

Me seque rápidamente las lagrimas, le coloqué mi abrigo y me pase uno de sus brazos por los hombros para que pudiera apoyarse. Comenzamos nuestro camino hacia el pueblo, aunque sinceramente, no sabía hacia que dirección ir. No sabía cuánto había caminado dentro del bosque y que tan lejos estábamos del pueblo.

Sin tener la más mínima idea de hacia dónde ir, me encaminé a quien sabe dónde. Caminamos durante lo que habían parecido ser horas. Tenía las mejillas frías, ya no sentía los dedos de los pies y las manos. Seguramente me daría un resfriado.

Para suerte de las dos logramos salir del bosque ilesas, después de un rato. Frente a nosotras se encontraba un auto aparcado, sus faros nos lamparearon, ambas nos tratamos de cubrir para no quedar ciegas.

—¿Francia? ¿Qué haces aquí?—reconocí de inmediato la voz de Jeff—. Es muy noche para que estés sola en el bosque.

Me sorprendió ver que Jeff estaba ahí, no sabía como, o porque, pero lo agradecía.

Se acercó de inmediato a nosotras. Sally abrió de par en par sus ojos y tembló al verlo, sentí como se aferraba a mi como un pequeño gatito, pero al instante se relajó, fue como si le hubieran inyectado un sedante y este hiciera efecto de inmediato. Jeff por su parte solo la miraba fijamente, su mirada era pesada, como si la estuviera reprendiendo, aunque no sabía porque.

—Je...Jeff—no podía hablar sin que me castañearan los dientes, me estaba congelando—. Es Sally...

Jeff pareció darse cuenta porque rápidamente se quitó el abrigo y lo colocó sobre mis hombros. Se acercó a mi y pasó su brazo por detrás de mis hombros pegándome más a él, de inmediato sentí su calor, emanando de su cuerpo. Se sentía reconfortante.

No insistió más en preguntar qué hacíamos dentro del bosque tan noche y se lo agradecí. No podía articular bien las palabras al tener la cara entumecida.

—Vengan, las llevaré a casa—me susurró amablemente.

Jeff me ayudo a meter a Sally en la parte trasera del auto. No quería dejarla sola, así que tomé asiento junto con ella. Jeff encendió la calefacción para nosotras y condujo en silencio hasta mi casa. Sally no dijo palabra alguna en todo el camino, parecía ida, solo miraba al frente sin reacción alguna. La abrazaba con fuerza, aún con la calefacción y mi abrigo, se sentía helada. Yo ya había logrado recuperar el calor y sentía mis extremidades.

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⏰ Última actualización: Mar 31 ⏰

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