Sangre y Aventura - El Imperio Escarlata

Misión Alterna - Ten cuidado con a quién le deseas.

Mientras los reinos y reyes se peleaban por tierras, títulos y cosas sin sentido, Hanna tenía sus botas llenas de un lodo bañado en una escarcha prismática que brillaba en mil colores con el sol, pues atravesaba un pantano mágico donde se rumoraba existía una cueva donde tu más grande deseo se cumpliría si querías luchar por él.

Era muy difícil llegar al final, ya que pocos pueden darse el lujo de vencer hombres dragón, cabalgar unicornios oscuros y usar artefactos mágicos para ver el camino real en lo más profundo del bosque hacía frontera con el Imperio Escarlata.

Por suerte Hanna no hizo nada de eso.

Corría con la  fortuna de tener un libro mágico, capaz de mostrarle mapas de las zonas en las que estaba e importantes datos sobre cosas como las plantas y bestias -mágicas o no- que se encontraba en sus aventuras. Hanna es una chica inteligente, y sabe que si no puede matar algo de un par de golpes o correr más rápido que lo que sea que pueda perseguirla, simplemente no se le acercaría.

Luego de seguir las indicaciones del libro, se encontró con una cueva en el pie de un risco, una a donde sólo llega quienes tienen grandes propósitos. Claro, el concepto de "grandes propósitos" es muy amplio, pero digamos que esta cueva pueden encontrarlas caballeros en cruzadas personales, asesinos con objetivos más allá de sus capacidades, magos en búsqueda de conocimientos prohibidos y aventureras que quieren visitar lugares increíbles descritos en bitácoras mágicas como si fueran guías turísticas.

A medida que se acercaba a ella, desde la entrada se escuchaba el chasquido de espadas encontrarse, mazos chocando contra escudos y caras siendo golpeadas, era una sinfonía de golpes donde nadie emitía ni una palabra, ni una queja o un grito adolorido.

Hanna decidió asomarse, pues no había visto a ningún ser pensante en poco más de un par de semanas desde que decidió aventurarse al bosque encantado de Leuksna, luego de haber recibido una invitación al bosque en forma de una pluma azur iridiscente, símbolo y firma del mago Gymnopilus.

Gymnopilus era -según bardos, cazadores novatos y leñadores perdidos- una figura legendaria, misteriosa y jamás vista bajo la luz, que se rumoraba era un excepcional mago ilusionista. Le aparecía solo a quienes entraban sin invitación al bosque, y sus poderes les hacia ver a los invasores cosas que no existían, o que existían y temían, o que no existían y que ahora temían.

Además de la ilusión, la única cosa que recuerdan quienes caían bajo el encanto de Gymnopilus es que es capaz de flotar con rapidez por el aire como un ave nocturna, y que llevaba sobre su figura grande y corpulenta una túnica cubierta de brillantes plumas color azur, las mismas que usaba para extender su invitación. Usaba su vestimenta de manera elegante a modo de alas, justo antes de conjurar sus hechizos en forma de un polvo escarchado brillante y amarillo.

Sí, el color azur existe.

Hanna se decía así misma que se había aventurado en el bosque encantado aprovechando la invitación, pero de contarle a alguien más probablemente la palabra "perdido" tendría más razón de ser que "aventurado".

Para su sorpresa, humanoides diversos peleaban en duelos de de uno contra uno, un par de orcos se cortaban con hachas heridas que sanaban al instante, dos caballeros maniobraban sus espadas con gracia y firmeza contra el otro en un baile de filos letales, incluso un par de bárbaros intercambiaban porrazos. Los duelos en la cueva eran incontables, pero por alguna razón, ninguno le prestaba atención a otra cosa que no era su adversario.

La chica se adentró más en la cueva, iluminada por montañas de tesoros en forma de gemas, monedas, copas, armas y estatuas que resplandecían dorado en las paredes. Cualquier aventurero se lanzaría feliz a agarrar tan brillantes monedas, pero ella sabía bien que si algo brillaba mágico en un lugar fácil de ver, lo mejor era no tocarlo.