—¡Qué me digáis dónde está mi madre! —Hago amago de incorporarme de donde se supone que estoy acostada.— ¡Ya! —Un par de enfermeros sostienen mis brazos y me recuestan de nuevo.
—Está en quirófano, Lea. Ya te hemos dicho como veinte veces que cuando tengamos noticias de cómo ha salido, serás la primera en saberlo. Hasta entonces, no puedes moverte. Mírate cómo estás. —Reafirma uno de los dos chicos que está a mi costado.
—Necesito saber cómo está. ¿Mi padre ha venido? —Comienzo a llorar.— ¡Qué alguien me diga algo!
—Tu padre vendrá en una hora, está pidiendo el permiso en el trabajo. Ahora relájate, o tendremos que sedarte. —Advierte con gesto serio.
—¡Dejad de pincharme cosas! —Exclamo pretendiendo que suelten mis brazos.
Los dos jóvenes que están a cada lado de mi anatomía —que no sobrepasarán los treinta—, se miran entre sí y asienten.
—Ahora vuelvo.
Uno de ellos suelta mi delgado brazo y lo apoya con delicadeza en la incómoda camilla. Lo observo desaparecer en confusión.
—¿A dónde va?
—Te dije que si no te calmabas, tendría que sedarte. Lo siento, Lea. —Hace una mueca con la boca.
No, no, no. Otra vez no.
—¿¡Qué!? ¡No! —Agarro su camiseta con la mano libre que me queda y lo acerco hacia mí.— Deja de ponerme cosas y dime qué le ha pasado a mi madre.
Abro los ojos sobresaltada y con la respiración entrecortada. Mierda, ¿podré cerrar los párpados y dormir tranquila por una vez? Froto mis ojos con las yemas de los dedos y aparto con el dorso de la misma el sudor de mi frente. Me incorporo del sofá quedando así, sentada en el mismo. Agarro el móvil que se encuentra en la mesita frente a mí y lo prendo. Las dos de la tarde. Pero, ¿cuánto he dormido? Y lo que más me preocupa, ¿dónde está Harry? Dijo que vendría para la hora de comer y de eso ya pasó una hora. Bostezo y sujeto mi cabeza con ambas manos. Todo me da vueltas. Inspiro y espiro con la certidumbre de que mi respiración vuelva a ser lenta y pausada, no agitada.
—¡Harry! —Grito a todo pulmón. Puede que esté encerrado en su habitación. No hay respuesta.— ¡Ricitos gruñón! —Exclamo de nuevo. Nada. ¿Dónde narices se ha metido?
Paso las manos por mi rostro frustrada. Enciendo de nuevo la pantalla del teléfono para comprobar si hay algún mensaje o llamada proveniente de él. Nada, absolutamente nada. Lanzo con fuerza el aparato hacia un lado del sillón. Al menos, podría dignarse a llamar. ¿Por qué? Así no me preocuparía. Con que estás preocupada, pequeña reglosa. ¡Dejad de llamarme así! Sí, estoy preocupada como toda persona normal lo estaría. Ha salido de casa a las once, son las dos. Vale que yo en España comía a esa hora, pero creo que él no. Por costumbre aquí se come a la una, o sea que, o aparece o lo iré yo a buscar. Tiene veinte años, por el amor de Dios Lea, deja de decir tonterías. Sabe cuidarse el solito. Tendrá veinte años, pero la mentalidad la tiene de uno de cinco.
Como si hubiera escuchado mi amenaza, mi móvil comienza a sonar con su molesto tono. Lo tengo que cambiar en cuanto termine de hablar con quien quiera que sea que esté llamando, porque es demasiado irritante. Número desconocido. Descuelgo la llamada y acerco el teléfono hacia mi oreja.
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Depressor
Fanfiction"Quizá ésto no estaba hecho para nosotros". ESTÁ TERMINANTEMENTE PROHIBIDO LA COPIA O PLAGIO DE ESTA NOVELA. Portada realizada por harryverse_