Capítulo 8: Agosto

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La espesura del verano se asienta sobre la ciudad como un gatito que descansa, sin importarle dónde ponga sus patas polvorientas o lo que asfixia bajo su calor vivo y sofocante. Wei Wuxian pasa su tiempo enterrado en los preparativos para la gala benéfica y - para su agradable confusión y sorpresa - escribiendo canciones.

Las melodías se le escapan a cada momento y pasan por su cabeza como si fueran pájaros. Los bordes del monitor de su ordenador en la oficina están llenos de notas adhesivas con tablaturas que no pueden esperar hasta que llegue a casa, y el apartamento está aún más desordenado, aunque, al menos, Wen Ning no está sentado al otro lado de la habitación a cada hora del día y de la noche sin dormir, observándolo con una inocencia sosa y placentera.

No hablan sobre el bar. No se trata de eso de todos modos, de una opción o de otra. Pero... entiende, un poco, lo que quería decir Wen Ning. De la posibilidad de elegir entre una cosa o la otra.

A Yuan, por su parte, le fascina la guitarra, algo totalmente diferente al piano. Se entretiene rasgueando él mismo -la primera vez que Wei Wuxian se la pone en el regazo, casi tan grande como él, se ríe y se ríe y se ríe-, pero sobre todo le gusta sentarse a los pies de Wei Wuxian, observando cómo extrae la música y la melodía, dejando que el instrumento le guíe por las canciones que quiere tocar. Él es el público cautivo, y sus preguntas al respecto son más amplias y vagas que su interés por el piano: ¿cómo sabe qué tocar a continuación, de dónde viene la música, por qué dejó de tocar?

"Tuve que hacerlo", contesta a la última, la más fácil y difícil de responder.

"¿Lo extrañaste?"

"Sí."

Yuan se limpia la nariz con la mano y la mano con cuidado en un pañuelo. "Creo que está bien ahora".

Wei Wuxian se ríe y acepta el pañuelo sucio de él. Al menos no es su camisa. "Yo también lo creo, chico".

"¿Vas a dejar de tocar otra vez?"

"No", dice, y se sorprende a sí mismo con la seguridad que tiene. "No", vuelve a decir, para sentir su forma en la boca, y se ríe demasiado tiempo y demasiado fuerte. No hay ningún otro lugar al que pueda ir la alegría. "Voy a seguir durante mucho tiempo".



Pasan unos quince minutos de la hora prevista para el comienzo de la reunión cuando Huaisang aparece en la pantalla. Se balancea de un lado a otro en su lujosa silla de oficina, con los discos colgados en la pared verde salvia detrás de él, brillando en sus estuches plateados, y los mira fijamente como un magnánimo supervillano.

"Seré honesto", dice Wei Wuxian. "Pensé que llegarías más tarde".

"Da-ge me ha encontrado un nuevo ayudante", se enfurruña. "Me volví decepcionantemente puntual".

"Que terrible."

"Dímelo a mí". Se inclina hacia adelante para mirar la pantalla, donde Wei Wuxian está sentado diminuto en su escritorio, desvanecido por las luces zumbantes -las que todavía funcionan de todos modos- y hace una mueca. "No mentías cuando decías que ese lugar era un basurero".

Wei Wuxian se recuesta en su silla. "Esta es la parte bonita".

"¿Eso es moho en el techo?"

Wei Wuxian se gira para mirar lo que sea que esté señalando y rápidamente mira hacia otro lado. "Daños por agua." Probablemente. El espera. Dios, realmente, realmente espera.

"Si tú lo dices. Oh, hola Wen-xiong".

"Hola", dice Wen Ning, viniendo a pararse justo detrás de la silla de Wei Wuxian, con una taza humeante que huele débilmente a manzanilla acunada en sus manos. "Pensé que llegarías más tarde".

(tenemos) tiempo para una másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora