Un mensaje, nada más.

882 72 10
                                    

Pasaban ya casi dos horas de mi horario de salida del trabajo, miraba el reloj con desespero. Nuevamente tenía quedarme hasta tarde haciendo correcciones para una campaña de publicidad que debíamos tener lista antes del día siguiente. Mi estómago dolía, puesto que el nivel de estrés que habitaba en mí ser, era bastante. Mis ojos comenzaron a arder, era evidente que, la tensión de los últimos días y la falta de sueño, repercutieran en mi organismo.

Frote mis ojos un poco para luego cambiar la diapositiva que tenía en el ordenador. Por más que repasaba el trabajo una y otra vez no encontraba más fallos que nuestro jefe de campaña había marcado en la primera junta. Mi mano hacia una repetición constante de golpeteos en la mesa con cuatro dedos, el meñique, anular, medio e índice de manera constante.

Estaba tan inmersa en el trabajo buscando todo tipo de error posible, detestaba hacer las cosas dos veces y el hecho de soportar una tercera revisión no estaba definitivamente en mis planes. Cuando de pronto, se escuchó la voz de Elian, mi jefe, la cual resonó desde el umbral de la puerta.

- ¿Otra vez hasta tarde, señorita Argent?

Por la sorpresa di un brinco en mi asiento, Elian respondió con una carcajada ahogada ante mi reacción.

-Lo lamento señor Daren - Dije intentando disimular aquel momento incómodo.

-Veo que estaba entretenida.

Dijo comenzando a acercarse a donde estaba, lleve mi mano derecha a mi frente recargando la misma en ella, estaba agotada.

-Algo así, revisaba la propuesta de campaña.

Aquel joven puso una cara de asombro cuando estaba cerca de mí, para luego con una voz neutra decir.

- ¿Nuevamente?, creo que esta es la doceava vez en la semana - Dijo con cierto tono burlón, tenía razón. Desde que habían rechazado la propuesta no había despagado el ojo del ordenador, buscando múltiples formas de alcanzar la perfección en la misma.

-Solo quiero que salga bien. - Dije con un tono notablemente cansado.

-Bueno, lo averiguaremos mañana. - Dijo con una sonrisa amplia - Por el momento, váyase ya a casa. Necesita dormir señorita Argent.

Yo únicamente asentí, aun dudosa por el resultado de la presentación. Elian salió de la habitación momentos después. Solté un suspiro pesado mientras estiraba mi cuerpo que estaba entumido por pasar varias horas seguidas frente al ordenador. Cuando al fin, después de horas salí de aquella sala, comencé a caminar en dirección al elevador del edificio. Con cada paso que daba sentía la repercusión de mis rodillas por la cantidad de horas sentada. Frote un poco mi cuello para intentar bajar la tensión mientras baja en el ascensor rumbo al estacionamiento.

Cuando llegue, aquel lugar que estaba a poca luz y además vacío daba un aire bastante tétrico, camine de manera apresurada a donde se encontraba mi coche, para una vez ya en el dirigirme a mi piso por fin .El trayecto fue bastante tranquilo, debido a la hora en Friburgo, Alemania. Después de unos veinte minutos llegue a mi departamento hecha polvo, deje las cosas en la mesa principal del departamento para luego dejarme caer en un sillón que estaba cerca de una pequeña chimenea apagada.

Mis ojos se cerraron nada más con tocar la suave tela del sillón, para momentos después escuchar mi teléfono sonar. Maldije por lo bajo, este tipo de cosas me pasaban a menudo, pero justo en este momento el sueño, me podía más.

Escuché otra notificación, y fue ahí donde me rendí, supuse que Lucas, mi compañero de trabajo estaba escribiéndome para algo importante, era peor que yo en cuanto al tema de ser perfeccionistas. Casi a rastras me acerque a mi bolso de mano para buscar el teléfono. Cuando lo tuve en mis manos regresé al sillón, pero ahora en lugar de acostarme, me senté recargando mi espalda contra el mismo.

Duskwood: You are the key.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora