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Raion no hizo más que retirar sus brazos de encima, regresandolos a su posición y observando la cabellera de aquel chico al que había abrazado pero que no correspondió a su acción. Un suspiro apenado escapa de entre sus labios para luego retroceder un par de pasos, chocando contra la cama y cayendo a esta, sus brazos se apoyan sobre sus piernas y los pulgares no tardan en jugar entre ellos ante los nervios que sentía por todo su cuerpo.
── ... ¿Has estado bien? ──su pregunta fue un intento de romper aquel ambiente tenso que se había formado en cuanto Raion decidió tomar asiento en la cama, separándose de aquel abrazo, dejando a Kenma en la misma posición.
Claro que era normal sentir tanta incomodidad en ese punto, Rai lo sentía muy merecido. Era su culpa también, todo era su culpa.
Kozume lo mira de reojo, solo lo hace un par de segundos. Nadie dijo nada, ninguno había tomado la iniciativa de cuestionar al otro. Tal parecía que Kenma no quería dirigirle la palabra, y Akihiko lo entendía muy bien, pero debía hacerlo, debía hablar aunque eso resultará para bien o para mal, necesitaba hablar a pesar de que terminara recibiendo insultos o golpes, él lo iba a recibir si eso significaba algo bueno.
──Quise ... ──titubea un poco al hablar, acomoda su garganta para poder proseguir aunque sus manos comenzarán a temblar por los nervios── Quería hablar y ver a Tetsu primero, pero él ... él está en su cama y con dos almohadas apretando su cabeza mientras maldice. Está enojado ──concluye mordiendo su labio, su mirada vuelve a caer sobre Kenma quien lo observa sin expresión alguna.
──¿Tu qué crees? ─habló, fue la primera frase que le dirigió después de tantos años sin verse─ ... Estuvo peor cuando desapareciste, cuando te fuiste sin razón alguna y sin decir nada.
En cierta parte Kenma le estaba echando la culpa, y estaba bien, Raion no tenía más que aceptarlo y sentir como su pulso lo hacía sentir agitado. No esperaba la respuesta por parte del Kozume, el rubio ya no podía seguir tratandolo como un niño, ambos habían crecido y obtenido un poco de madurez en el trayecto. Así que si Kenma lo encaraba de esa forma, no debía porque sorprenderse, su amigo ya no era un niño al que podía convencer con palabras dulces.
