Capítulo 29| Amante del té

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A N K E R💀🔮💀

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A N K E R
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Si para Azul fue raro venir al liceo siendo escoltada por dos gorilas, para mí fue espeluznante.

Como miembro de la realeza estoy acostumbrado a tener una escolta personal, que la mayoría del tiempo no uso —procuró dejar mi protección en mis manos— pero la cual está disponible para cuando la necesite. Pero lo que le pasó a Azul es preocupante y nos deja claro que ella necesita más seguridad que todos nosotros. Y mi tía se encargó de eso, demasiado bien, no notabas que los gorilas estaban a menos que Azul tuviera que trasladarse a algún sitio.

Lo cual hizo que llevarla a patinar al punto fuera una puesta en escena interesante para todos aquellos mortales. Los escoltas de Azul son dos guardias esqueletos, pero con disfraces humanos que los hacen ver más grandes e intimidantes de lo que en realidad son. Y debo reconocer que hacen bien su trabajo escaneando primero el perímetro para luego dejar avanzar a una estrella algo confundida por su nuevo trato. No la culpo por sentirse como una prisionera, así es como me siento cuando me acompaña mi escolta, como un ave en una jaula. Aunque traten de aparentar que se siente libre por poder volar, se siente como estar en una gran jaula, sin libertad.

—Me voy a caer, me voy a caer, me voy a caer, me... —un jadeo de dolor calló las palabras de la rubia.

Detengo mi andar con los patines para ayudarla a ponerse en pie, la primera vez que me puse patines me costó un poco avanzar sin caerme. Pero tenía el presentimiento de que Azul con su poder gravitatorio propio pudiera mantener el equilibrio mejor que yo.

—Tienes que avanzar en pasos pequeños, de lo contrario té caerás. Avanza poco a poco y toma mi mano —digo. Entrelazando nuestras manos, comenzamos a patinar en pequeños tramos lentos. Azul se aferra a mi brazo con su otra mano y como si fuera un pilar se sostiene en mí para continuar.

—¿Cómo es que Red puede hacer esto montada en una tabla con ruedas? —interroga la menor. Aferrándose con mayor intensidad cuando está resbala y queda a pocos centímetros de caerse de nuevo.

—Práctica, Red es muy buena con la patineta, pero le pones un par de patines y la verás caer más veces que un caballo recién nacido —bromeó para que se relaje un poco.

—Te gusta verme sufrir, ¿verdad, bebé llorón? —contesta siguiendo la broma Azul. Continúa temblando a medida que avanza, pero continúa tomándome la mano para evitar caerse.

—Me atrapaste —comentó continuando su broma. —Te ayudaré a patinar.

Quedando frente a la rubia la tomó de las manos animándola a avanzar, despacio al principio para que se acostumbre a avanzar. Y comprobando que no le molesta que acelere el paso, la guio para que continúe por su cuenta, hasta que le solté las manos. Su mirada de terror fue reemplazada por una de felicidad cuando se dio cuenta de que podía avanzar sin mi ayuda y se mantuvo dando vueltas por la pista para principiantes, un rato.

Sobreviviendo A La Tentación [2.3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora