—¡Chocolate! —grita emocionado el castaño al entrar a la algo amplia pastelería.
—¿Qué? —pregunta el azabache que esta detrás de el chico.
—Huele a chocolate. Pero huele muy bien —inhala. El sargento lo imita y asiente satisfecho.
—De chocolate será —concluye el mayor mirando al castaño, quién voltea a mirarlo también, dedicándole una tierna sonrisa.
—¡Bienvenidos! —habla con entusiasmo una chica frente a Eren—. ¿Vienen a comprar o a hornear?
—Hornear —responde Rivaille acercándose hacia los dos jóvenes.
—¡Entonces están en el lugar indicado! —continúa la señorita—. Síganme, por favor.
Comienza a caminar y los soldados la siguen, entrando a una pequeña cocina con muchos estantes en donde se encuentran varias cajas de todos colores y tamaños; un refrigerador y una pequeña mesa rectangular al medio.
—No sabemos hacer pasteles —advierte el castaño.
—¡Ah! En ese caso... Pueden usar una de las recetas —dice acercándose a la mesa, agachandose, tomando un libro y poniéndolo sobre ésta—. Pueden escoger la que gusten. Aquí están todos los ingredientes —se acerca a la salida—. Los dejaré solos. ¡Diviértanse!
Rivaille se queda mirando la puerta aún después de que la muchacha saliera y la cerrara detrás de ella. Pero Eren ya se había adelantado a ojear el libro de recetas, pasando las hojas para encontrarse con alguna imagen que llamara su atención. Estaba decidido desde que entraron que el pastel sería de sabor chocolate, así que el castaño no buscó de más sabores.
—No sabía que le gustaba lo dulce, sargento —dice sin despegar los ojos del recetario. Y el otro, al escucharlo hablar, voltea y comienza a acercársele.
—No todo. Sólo cosas muy específicas —le responde el azabache ahora de pie al lado del cadete, mirando también las hojas del libro sobre la mesa.
—¡Entonces tendremos que hacer nuestra propia receta! —dice emocionado el menor cerrando de pronto el recetario—. Inventaremos un pastel delicioso que le guste —camina hacia los estantes con montones de cajas.
—Eren, no es necesario. Seguro habrá algo aquí que me guste —insiste el mayor abriendo el libro de nuevo. Pero se acerca el castaño con un montón de cosas en los brazos, depositándolas todas en la mesita.
—¡Ya le dije que no, sargento! Yo más que nadie sé que la boca del sargento es insaciable —justo después de decir eso da un pequeño salto de arrepentimiento y le comienzan a sudar las manos. Voltea a verlo y no se sorprende que esté con una expresión anormal en su rostro—. Ehh... Yo... no quise...
—Debes tener razón... —vuelve la mirada al libro y lo cierra para dejarlo en donde la señorita lo había sacado. Después toma varias de las cajas que Eren llevó a la mesa y las mira—. Hagamos nuestra propia receta entonces, terco.
—Eh... S-sí. —suelta un suspiro de alivio silencioso y mira la montaña de cajas sobre la mesa que él había dejado.
—¿Pero como se supone que haremos nuestro propio pastel si ni siquiera sabemos como hacer uno con receta, Eren? —pregunta el mayor recargándose en la mesa con lo ojos fijos en el castaño, esperando su respuesta.
—En la caja de la harina dice todo eso, ¿no? —dice tomando la caja más cercana a él, leyendo lo que hay que hacer.
—Si es así ¿para qué el libro? —pregunta parándose al lado del cadete intentando leer lo mismo que él. Mientras el castaño voltea, mirándole de cerca, desde arriba gracias a la corta estatura de Rivaille. Tomandose su tiempo para observar hasta los más minúsculos rasgos de su sargento. Su cabello azabache con un corte estilo militar que le cae por la mitad de arriba de su cabeza, la parte de abajo rapada al dos. Su tez blanca perfectamente limpia hace creer a los ojos que si lo tocas sentirás una suave piel—. ¿Eren? —pregunta el mayor y al no recibir respuesta rápidamente, viéndole también a los ojos.

ESTÁS LEYENDO
Me gustas, cadete.
FanficEl sargento Rivaille se le declara a Eren y desde ese momento han pasado cosas muy extrañas en la vida del chico. Levi, Erwin y Jean competirán por Eren. Quien en realidad no se interesa por ninguno de ellos, pero ese sentimiento cambiará en no much...