carta N°7

98 1 0
                                    

Miles de preguntas que podrían haber tenido respuesta hace unos pocos minutos. Pero la impotencia y el dolor que sentía, podían conmigo, una vez más. Sabía que pronto o tarde iba a coincidir contigo, igual, vivíamos en la misma ciudad, a pesar de lo grande que era Barcelona, se quedaba pequeña para nosotros.

Me dió tanta impotencia verte ahí, tan cambiado, pero siguiendo tan tú. Vendado desde los pies a la cabeza, con heridas y raspadas... La moto. Otra vez. Me dolío verte así. Pero lo que más me dolío fue que te asombres que estoy así, por ti. ¿Y por quién, cojones, si no? Sabías lo que te quería, bueno, no nos vamos a engañar, de lo que todavía te sigo queriendo, Alex. Has sido el centro de mi mundo desde que te conocí. ¿Te acuerdas de la primera vez que nos vimos? Fue tu hermana quién nos presentó, por así decirlo. En el parque, del centro, tu hermana se cayó de un columpio, mientras yo leía en el banco de enfrente. Empezó a llorar y a chillar, se había hecho daño en la rodilla y en los codos. Fuí a donde estaba ella y empezé a buscar a los padres de esa niña desconocida.

— Oye, tranquila, bonita. Ven. – le rodeé con mis brazos para que se tranquilizara. – ¿Y tus padres? ¿Quieres que te lleve a algún sitio?

— Mi hermano, se fué a comprar algo para merendar... y dijo que volvería dentro de nada, pero no sé... no sé dónde está.– me contó, entre lágrimas.

— Ey, seguro que vendrá ahora, no te preocupes, yo me quedo aquí, contigo. – le dije, mientras me sentaba a su lado.– ¿Cómo te llamas?

— Carol...Carolina Català.

— ¡Que nombre más bonito, Carolina! ¿ Y cuantos años tienes? ¿Vives cerca?

— Tengo 12 años pero el mes que viene, el 2 de marzo, cumplo 13. – me dijo, esbozando una gran sonrisa, muy contagiosa.

— Pues qué mayor, seguro que ya tienes novio y todo.

Se sonrojó y miró hacia el suelo, avergonzada.

— Pues sí, se llama Nico y ¡ya llevamos 2 semanas! Yo creo que duraremos, a parte, le quiero mucho. El amor a esa edad era... tan dulce e inocente.

— ¿Y tú como te llamas?

— Ann, me llamo Ann.

— ¡¡ Ala, que chulo!! ¿De donde viene?

— Pues mi madre se crió en Irlanda y le gustaba " Anna " como nombre, pero a mi padre le parecía muy... normal. Así que le quitaron la " a " y así se quedo. Resulta raro para algunas personas, pero a mi me gusta.

En ese momento, mientras Carolina me escuchaba con atención, oí a alguien gritar a mis espaldas:

— ¡¡¡ CAROL !!! ¿Que te ha pasado? ¿Estas bien?

—Sí, ya esta, lo hemos desinfectado y Ann me ha puesto una tirita. Gracias a ella estoy muchísimo mejor.

En ese momento el chico que se encontraba detrás mía, se dió cuenta de que yo estaba allí. Me giré y lo miré, avergonzada. Me pensaba de que pasaría de largo y se encargaría de su hermana, pero estaba equivocada.

— Si no fuera por ti, mi hermana estaría tirada ahí, llorando como una niña pequeña. Que para mí siempre lo será. – dijo, esta vez dirigiéndose a Carolina.– Gracias.

— No tienes que agradecer nada, no podía hacer menos. Además es un encanto de niña y nos hemos hecho hasta amigas. – dije sonriendo y mirando a la niña, que me miraba con dulzura.– Bueno, ya que estas con ella, yo me voy. Encantada de verte, Carolina. – fuí a abrazarla y darle dos besos.

— Eh, ¿te vas ya? Yo quería invitarte a tomar un helado, por lo menos. Ya que mi hermana está bien, nos vamos a por uno de chocolate, los tres.

Dudé varios segundos, pero asentí con la cabeza. Fuimos a una heladería que estaba a dos manzanas de allí. Primero pidió Alex:

— Un helado de trufa, porfavor.

Después, Carolina, a la que ya se le había pasado todo el dolor:

—Para mí, ¡este! El de chocolate negro, con virutas.

Y llegó mi turno. Pedí el habitual, mi favorito:

— De caramelo y chocolate, porfavor.

Recogimos los helados y nos sentamos en una de las mesas que había fuera.

— Perdona por el despiste, pero ¿como te llamas?

— Se llama Ann. ¿A que es super guapa, Alex?

Vale, sí, me puse más roja que un tomate, pero son cosas que no puedo evitar.

— Sí, es muy guapa y tiene un nombre muy bonito. Encantado, yo soy Alex.

Y así comenzo todo. Gracias a tu hermana, Alex. Comparar nuestro principio con el final, es tan jodidamente difícil... No sé si podré conseguirlo. No sé si podré volver a sentarme, a tomar un helado de trufa y otro de caramelo y chocolate y volver a hablar contigo. Porque eres  como una droga a la que estoy enganchada y después de tanto tiempo tengo miedo a recaer. Porque todavía soy adicta.

Martes, 25 de febrero, 734 días sin ti

--- días sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora