carta N°4 ( Alex )

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Siempre que aparezca ' Alex ' en el título, será él quien escriba la carta correspondiente.

Soy un completo idiota. ¿De verdad creo que me vas perdonar? No. Pero voy a hacer todo lo posible, es lo único que me queda.

Otra vez más, voy a tu calle, entro en el edifício y me siento delante de la puerta de tu piso. Vengo borracho. Apollo mis pies en la alfombra, que recuerdo que compramos juntos en  Ikea. Y miro la puerta, la misma delante cual te esperaba cada tarde, la que tantas veces nos separaba cuando me iba. Ahora tengo la sensación de que vas a salir, siempre muy torpe, dejando que las llaves se caigan y que al intentar recogerlas, nos chocamos. Te espero justo allí, para que cuando aparezcas, me deslumbres con tu belleza, aún estando en chándal y sudadera. Siempre tan natural.

Querría volver a sentirte otra vez Ann, y quiero que me perdones, que subámos al ático y gritemos al mundo lo felizes que estamos, uno al lado del otro. Quiero mucho, ¿verdad? Sé que probablemente ni hayas hecho caso al detalle para tu cumpleaños, porque también sé que a lo mejor ya hayas encontrado a alguien que me sustituya. No puedo exigir que estés enamorada de mí todavía, ha pasado tanto tiempo desde aquello. Y joder, te echo tanto de menos, a tí, a tus hoyuelos, a hacerte cosquillas, a hacernos fotos juntos haciendo el idiota y a tantas otras cosas que son tan nuestras, cariño...Que nunca jamás cobrarán el mismo sentido si las hago con otra persona, que no seas tú. Que tus besos para mí eran aire cuando sentía ahogarme. Aportábas ese toque de color en mi vida, que siempre ha estado en blanco y negro.

Y sin darme cuenta, sin saber lo que hago, toco el botón del timbre. Aparto el dedo brúscamente y me encuentro confuso. ¿Que hago? Entonces recobro valentía y  vuelvo a pulsar el botón. Miro el reloj, las 6:23. Seguramente no esta en casa, ayer era su cumpleaños y estará de fiesta con María o con algún chico...

De repente, siento tristeza, confusión y miedo, de perderla. Salgo corriendo por las escaleras y me pongo el casco de la moto mientras abandono el edifício. Cierro la cremallera de la chaqueta de cuero, me siento y arranco el motor. Tengo que despejarme, necesito salir de aquí. Acelero, 120km/h, 160km/h, 200km/h... Siento el aire, la adrenalina recorriendo mis venas... Y de repente, todo en blanco. Me encuentro en el suelo, intento moverme, pero ni si quiera puedo abrir los ojos. Veo mi cuerpo desde arriba, tumbado, sangrando y la moto, destrozada. Oh, no... Ann.

--- días sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora