Capítulo 2

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La multitud se fue disipando, dejando que las autoridades terminaran de ocuparse del caótico escenario.

Aquella criatura, cargó a la muchacha y la dejó con mucho cuidado a un costado. Ya de pie, y con algunas gotas de sangre cayendo por sus garras, adoptó posición de combate y se lanzó contra la policía. Tenía la intención de matar, ese sujeto era su verdadera presa. Pero, antes de que pudiese siquiera tocarlo, alguien se plantó en medio de ambos.

Una persona mayor, había salido de la nada y se mantenía de pie allí, sin intención alguna de atacar o decir algo, sólo no quería que las cosas empeoraran.

— ¿Quién es usted? — Preguntó el oficial, que se encontraba realmente temblando.

— Mi nombre es lo que menos importa, jovencito. — Fue la respuesta por parte del anciano.

Aún manteniendo la vista al frente, fue acercándose al chico de las escamas. El azabache respiraba de manera pesada y volvió de inmediato junto a Milagros, abrazándola de manera protectora. 

La sangre seguía cayendo, pero él, de verdad no tenía intención de hacerle algo a la muchacha.

— Tranquilo, no le haré daño y a ti tampoco. Ella es mi nieta, sólo quiero que la cargues y me sigas para poder curarla. —

Su voz era suave, serena y había podido apaciguar al ser con rasgos de reptil.

— Pueden retirarse, yo me ocuparé de esto. — Mencionó.

— Disculpe, pero... —

— Ustedes y sus armas, no son rivales para este pequeño. Aunque, creo que eso ya es bastante evidente. — Concluyó, brindándoles una tranquila sonrisa a los allí presentes.

En silencio, el azabache cargó a Milagros y siguió al abuelo de esta. 

¿Quién era esa persona? ¿cómo es que pudo calmar a una criatura como esa?.. ¿Quién es la joven a la que le dispararon?

. . .

Ya en casa de aquél misterioso hombre. 

El joven reptil observaba a su alrededor, no sabía donde estaba, pero se sentía seguro y tranquilo allí.

— Este es su hogar, y aquí; está su habitación. ¿Podrías recostarla? así curo sus heridas, por favor. —

Hizo lo que le pidieron, recostó a la chica boca arriba, pero era extraño, lo único que el mayor hizo fue quitar la prenda superior que esta traía, limpiar la herida y cubrir esta con unas vendas. 

¿Qué pasaba con la bala?

Cubrió a su nieta con las frazadas, tomó la tela manchada e invitó al joven que le acompañase. Este contempló a la muchacha unos segundos más y acabó por retirarse del cuarto.

— Voy a prepararte el baño, esas manchas de sangre no se irán sola. — Dijo en son de broma. 

Cuando iban en dirección al lugar antes mencionado, el chico se detuvo al observar una foto familiar. Tomó esta entre sus manos e identificó a la niña que se encontraba en medio, era Milagros.

— Esa es una de las últimas fotos que nos tomamos todos juntos. Ellos son los papás de Mili, ella y yo. —

Una sonrisa cargada de nostalgia se hizo presente en su rostro.

Corazón con EscamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora