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CASUALES MAÑANAS
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La espesa neblina cubría todos los alrededores de su escondida cabaña; el fuerte silbar del viento lo estaba apresurando a despertar, pero, desinteresado, solo seguía sumido en su sueño.
Una fría respiración avisó sobre la perversa amenaza que estaba por desatarse hacia sus enrojecidas orejas, por lo tanto, algo curioso levantó su vista.
-¿De esta manera tengo que despertarte para lograr que hagas caso?.
Con un estresado timbre de voz, se tiró sobre el cuerpo del chileno para comenzar a morder sus orejas.
-¡Hijo de puta! ¿¡Qué haces!?.
Alarmado apartó al Imperio.
-¡Pues estoy tratando de despertarte! Tienes el sueño bastante pesado.
-Mph... No estoy interesado.
Frunció el ceño y volvió a acostarse.
-¿Ah, no?.
-No.
Frustrado, tiró los cobertores de su cama al piso y cargó al chileno sobre su hombro.
-¿¡Qué mierda!?.
-Harás desayuno, tengo hambre.
-¡Pues hazlo tu mismo!.
-Tengo asuntos pendientes, no puedo.
-¡Pues te jodes! No pienso hacerlo por ti.
El alemán bajó al chileno.
-¿Por favor?.
-No.
Usando su efectiva táctica; tomó ambas manos al latino y besó sus nudillos.
-Quizás luego podría compensarlo, ¿Me harías este pequeño favor, Star?.
Chile suspiró.
-¿En serio crees que caeré una vez más?.
Apartó sus manos.
-En efecto. Iré a hacerte el desayuno.
Second solo soltó unas carcajadas.
-Bien, te espero.
Dio unas cuantas palmadas en la cabeza de Chile, para terminar con otra en su trasero.
Ambos solo rieron con inmadurez y siguieron lo suyo.
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