Hace algunos años, había un pequeño pueblo realmente bullicioso, realmente habían crecido algunos árboles de quien sabe cuántos años, al igual que ellos la ciudad fue creciendo, al igual como un pequeño niño que se encontraba allí, era pequeño, tan joven, que aun desconocía los problemas de los adultos, siempre sus grandes ojos se reflejaban el vivido deseo de probar los caramelos que posaba orgulloso un vendedor en su puesto.
¿Pero si no tenía dinero que derecho tenía en tomar uno?
Era ya muy tarde en la noche y los mil y un ruidos de la ciudad se fueron atenuando, la paz reinaba esa noche, el pequeño niño reposaba en una pequeña "fortaleza" como él lo había llamado, la creo con las cajas de basuras que encontró allí, las llamaba "cajas milagrosas" ¿porque?, fácil, para el eran milagrosas ya que dentro podía encontrar, desechos de frutas, o sobras de comidas, aquellas que para muchos eran basura, pero para el pequeño niño era el mejor manjar que encontraban allí.
La luna alcanzo lo alto del cielo, los grillos entonaban una melodiosa canción, las luciérnagas brillaban por el pequeño sendero cerca de la ciudad, las flores se fueron cerrando hace horas atrás, y el pequeño niño ya dormía profundamente el piso frio de la noche.
Por lo que pasó desapercibido, el brillo que cayó del cielo, parecido un relámpago furioso, lanzado por los Dioses de turnos esa noche, como si quisieran demostrar quién es el mejor, otro cayo decidiendo este como el ganador, era más reluciente que era digno de comparación con un rayo del sol, y más sonoro causante que el pequeño que dormía se despertara del susto.
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Esa mañana el pequeño niño se pasaba por los callejones en busca de algo para comer ese día, pero se detuvo abruptamente cuando escucho a alguien llamándolo, con vos profunda, y muy elevada para su gusto.
-¡niño!
¿Ah? -Se apuntó a sí mismo, con una confusión bañando en su juvenil rostro, un hombre se acercaba a él, no pudo evitar que el miedo se filtrara por su rostro, en un momento se encontró retrocediendo un poco, pero se detuvo cuando lo escucho decir.
-¿deseas ganarte algunos dulces?
¿Cómo diría que no si estaba en lo correcto?, es verdad que lo deseaba, pero una cosa era segura, ese hombre tenía algo en sus manos, y ese algo era algo que él deseaba
Dulces.
Sin más con sus ojos brillaron mirando el pequeño saco en la mano de ese sujeto y asintió.
-Bien, necesito que vayas a buscar algo para mí en aquella mansión de allá -giro sus ojos para ver la mansión algo lejana de donde ellos se encontraban.
-Si voy para haya ¿me darás dulces?
-sí, ¿lo harás o no?
-Bien -dijo mostrando una radiante sonrisa, mientras se apresuró hacia aquel lugar, la ciudad era bulliciosa otra vez, personas caminaban por todos lados, las calles estaban llenas, los vendedores elevaban sus voces, como si de un cantico para vender se tratara, algunas mujeres iban guindando de los brazos de los probablemente sus esposos.
Cuando llego a la puerta no sabía que debería hacer ¿gritar para que le abrieran?, no era poco probable, ¿esperar que alguien saliera?, no podría tardar mucho y sus dulces se irían lejos, cuando decidió tocar la puerta, esta se abría por sí sola, lo que en una reacción de reflejo el pequeño niño retrocedió unos pasos.
Se mostró un joven, mucho más alto que el, portaba una coleta alta, y su ropa era probablemente un uniforme, el joven había vivido lo suficiente para diferenciar, el tipo de ropas, lástima que él no gozaba del gusto de cambiar su ropa como ellos, el joven lo vio y levanto una ceja, claramente arrogante.

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Un nuevo comienzo -XueXiao-
عاطفيةXiao XingChen siempre pensó que todo lo que sucedido podía ser causa del cielo, puede que sea causa de un juego del Dios de turno que estaba aburrido, o también puede ser obra del destino, no sabía cuál era la respuesta, solo tenía en claro una sol...