•A•i•r•p•l•a•n•e•s•

283 6 8
                                    

•Martha x...

•One-shot ¿meloso?

•Primera persona narrada por Martha

Amo reminiscenciar esos días, esos donde ambos hacíamos todo por diversión y no como una obligación, éramos aún un par de niños tercos, pero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Amo reminiscenciar esos días, esos donde ambos hacíamos todo por diversión y no como una obligación, éramos aún un par de niños tercos, pero... disfrutábamos ser unos niños tercos. ¿Aún recuerdas cuándo y cómo nos conocimos?, primaria y secundaria. No eras tímido o popular, solo vivías la vida de un muchacho normal, siendo alguien agradable con los demás, nunca te gustó resaltar ante los demás. Amo eso de ti, siempre me hiciste sentir cómoda, tu tacto reconfortante junto a acciones y palabras bonitas de mi persona hicieron que una bella sensación sobresaliera de mí: amor, me enamoré pérdidamente de ti. Suena tan cursi de mi parte, pero es la verdad, lo admito. Me enamoré de ti, no solamente por pura atracción como otros.

¿Quién no se fijaría en chicos como tú? Honestamente, fuiste valioso en mi vida una vez logré que yo te enamorase, chillé de felicidad al tener ese sentimiento con la persona indicada, por fin había salido. Nunca fui alguien que esperaba tener pareja tan joven, hasta creí que moriría sin haberme enamorado de alguien.

Incluso mamá se sintió feliz de haber encontrado a un hombre a quien poder amar, como lo sintió con mi difunto padre. Ah... Si estuviera vivo hubiera estado alegre por mí, era un hombre fantástico, con un mejor trato a mi persona que mi mamá no pudo hacer.

Ay, amor... ¿Recuerdas cuándo fuimos siendo más íntimos luego de comenzar nuestro noviazgo? Eras bastante inexperto, tan patente tu tartamudeo al hablarme al igual que tu sonrojo, pero como sabes, no le di relevancia. Esas acciones bobas y sin sentido según tu pensar eran ridículas y debía ser algo para avergonzarse, más por ser un hombre. Me dio tristeza cuando mencionaste que debería estar decepcionada por mostrarte de esa forma conmigo. Como si el no demostrar sentimientos «afeminados» te hiciera más hombre.

Idea errónea, una estupidez. Pero te comprendí porque me pasó lo mismo que tú, el tener que seguir un inexistente manual de como supuestamente se debe y no ser. ¿Por qué debíamos de seguir esas ideas si cada uno de nosotros somos anormales? No tiene sentido seguir lo «normal», tomando en cuenta que ninguno lo es.

Al decirte eso provocó que me abrazaras, soltaste susurros donde me agradecías por comprender tu situación. Fue tierno, bastante cursi por parte de ambos, pero supongo que está bien.

Nuestra relación iba avanzando, ambos crecimos y fuimos madurando juntos, hasta que llegamos a los 20, tu sueño había sido hecho realidad por el esfuerzo que diste para alcanzar ese logro.

Pero muy al contrario mío... jamás lo conseguí, terminé como coordinadora para aviones. Ese día me sentí devastada, todas mis ganas echadas a la basura con tal de querer el mismo destino que tú. Pese a que mis ojos estaban hechos una cascada de rabia y desilusión, me abrazaste y recibí demasiado cariño de tu parte con tal de animarme. Todavía a día de hoy me sigo preguntando la razón por la que las chicas llegaban a menospreciarte, a lo mejor su educación o influencias la hicieron así.

Estar contigo transformó la mayor parte del tiempo un día con más ganas de seguir viviendo y alcanzar mis metas.

Lastimosamente... tuvo que llegar ese día, ese día donde no sólo perdí el trabajo, sino que también a ti.

Rompí en llanto totalmente sola cuando me enteré de que ocurrió un problema con tu avión que te hice tener un accidente, te perdí. Mamá me consoló durante una semana entera mientras que tus padres lloraron desconsolados por ti, ellos luego de tu muerte sin explicación me detestaban. No volvieron a dirigirme palabras, cada que nos hallamos de casualidad ni me miraban.

—¿Qué habré hecho para ganarme su desprecio de esa forma? —me interrogué, aún ensimismada en mi mundo, sentada sobre una pequeña colina con un árbol donde reposar mi cuerpo apreciando un cielo disuelto en colores que me daban calidez.

—A lo mejor ser como eres y ya está —comentó Kevin detrás mío, sacándome de mi imaginación y trayéndome a la realidad que se tornó en mi habitación insípida con total limpidez, con la mirada en el techo lleno de telarañas; y sí, no necesitaba voltear para reconocerlo—. Oye, Martha.

—¿Qué quieres? —pregunto, girando mi cuerpo en la cama para acomodarme y quedarle viendo, se hallaba apoyado en el umbral, ¿su cara acaso está preocupada?

—Tratar que cambies esos humos, señorita —exhaló—. No puedes mantenerte con esa actitud casi una semana, quiero que al menos me saque una sonrisa.

—Pues esa sonrisa que espera saldrá cuando se le dé la gana —dictaminé, regresando a la misma pose antes de que irrumpiera—. Vete, estoy más cómoda sola.

—Ah... Si así lo quieres —la puerta cerró, reinando el silencio de vuelta.

Me acogí entre mis propios brazos, sorbiendo de vez en cuando la nariz. Hartazgo y cansancio era lo que desprendía, ya hasta Helena, Naib o Kevin les transmitía ambas cosas cuando se trataba de mí. Insisten en querer ayudarme, pero no puedo permitirles eso cuando no lo necesito.

Pensar en cosas de antaño me es gratificante, y doloroso.

[...]

De algo estaba segura, era tan tarde que ninguno de mis compañeros se encontraba despierto, o quizás sí pero estaban en sus cuartos.

Sea lo que sea, la noche es preciosa, me tenía hipnotizada el hermoso azul que estaba pintado en ese momento junto las estrellas acompañándole al cielo, simplemente: una combinación fascinante.

Un pequeño recuerdo atravesó mi calmada noche. Cesó la paz de mi cerebro por la imagen que proyectó, una como insertar una aguja en mi corazón.

Yo y él... viendo el cielo estrellado entrelazados de la mano durante la niñez. Un silencio cómodo por la vista tan inmensa del paraíso nocturno que nos mantuvo quietos por horas o minutos.

Quisiera que volviéramos a pretender que las estrellas son aviones volando. Sería un bonito deseo... Sí, sería lindo recrear esos tiempos. Volar unidos, cumpliendo esa fantasía de unos ingenuos niños que de a poco sabrían del mundo que deben enfrentar.

¿No lo crees, Henry?

One-shorts IdentityV (Actualizaciones Lentas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora