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ASHER
Cinco meses después de romper.

Lidia le sujeta el brazo con cuidado y le asegura que todo está desinfectado y prolijo. Lucy, no parece muy feliz y no entiendo qué hace aquí, nunca ha sido la clase de chica que tiene problemas.

Realmente jamás nos conocimos, así que no podría saber qué clase de persona es.

—No te va a doler nada, la aguja es muy pequeña y con el alcohol será más fácil. —La convence la enfermera. Le pasa el algodón por el brazo un par de veces y después acomoda un tubo sobre la jeringa hasta que esté bien adherida.

Hace dos años, le detectaron cáncer a mi abuelo. Habían pasado apenas unos meses desde que mamá había dejado de pagar la hipoteca de la casa donde vivíamos y no teníamos ni donde caernos muertos, por eso comencé a trabajar en la tienda de antigüedades que hay en el paseo, la plaza más grande de la ciudad que tiene una parte de playa y cinco puestos móviles de churros de canela como los que venden en los parques de diversiones.

Odiaba ese empleo. Entraba a las siete de la mañana y salía de noche, ganaba poco y nunca podía salir a comer. La dueña era una vieja muy amargada que solía revisar la caja registradora cada dos horas para asegurarse de que nadie le robara.

Pero lo peor de todo, es que sigo trabajando ahí.

Estoy seguro que lo único bueno que le pasó a esa tienda fue el día en que Lucy entró. Usaba un vestido floreado de color azul cielo y unas sandalias blancas bajas. Iba con su hermana, quien es sumamente diferente a ella y no lo digo simplemente porque Melisa, así se llama la hermana de Lucy, sea una pesada sino porque no tienen nada de similar en el rostro.

—Eso es todo, estas muestras junto con las otras al laboratorio y en unas horas podrás irte. Les sugiero que se pongan cómodos.

Nuestra conversación ha acabado, Lucy no dice nada, incluso finge que no estoy aquí con ella y lo entiendo.

La extraño y pienso en esa tarde todos los días desde que aquello pasó, pero aún así no encuentro una respuesta.

Lucy desapareció de mi vida y no he entendido por qué.

—No esperarás quedarte aquí todo el día, ¿verdad? —suelta, atrayéndome de nuevo a la realidad. Se quita el abrigo, lo deja sobre los pies de la camilla y se acomoda para estar mejor sentada. La bolsa no deja de vibrar en el suelo o al menos eso creo.

No soy capaz de decirle nada, he esperado este momento durante meses, he soñando con lo que iba a decirle cuando la viera y ahora que la tengo frente a frente, me he quedado paralizado, sin palabras.

Y es que así es todo con ella, Lucy es capaz de dejar a cualquiera mudo.

—Joder, ya te pedí gentilmente que te fueras, ¿tengo que llamar a la enfermera para que te diga que te vayas? —su tono cada vez es más recio. No me quiere cerca, lo entiendo.

Si tan solo pudiera preguntarle qué pasó entre nosotros esa noche, lo haría, pero no estoy seguro de poder hacerlo.

¿Hice algo mal?

¿Lo hizo ella?

Ella terminó conmigo, casi de la nada, así como un día es verano y al otro otoño, así se acabó todo.

Llegamos a la tienda, comimos dentro de la oficina junto al microondas, nos reímos juntos y pensé que ambos disfrutamos de la compañía del otro. Cerré la tienda, ella reía de mis chistes tontos y yo me convencía de que sus afirmaciones sobre los aliens no eran puras tonterías, pero cuando salimos por las puertas de cristal y ella se subió al coche, ya era otra persona.

Manejé en silencio toda la autopista para dejarla en su casa. Lucy bajó el cristal del lado del copiloto e incluso contestó unos mensajes en su celular, nunca lo hacía. Y llegando a su casa, me pidió que siguiera conduciendo, lo cual hice.

Para el final de la noche, Lucy ya no era más que un recuerdo y muchas palabras atoradas en la garganta.

—Perdón.

—Ya te lo he dicho, no me pidas perdón, no hace falta. Sólo vete.

Asiento y la veo encender el televisor con el control remoto. Quiero irme, creo que seré capaz de hacerlo, pero no puedo moverme. Lo que sí sé es que no soy capaz de escuchar otra vez que me pida que me vaya.

¿Qué mierdas le hice yo para que me odie tanto? Hasta donde sé, yo soy el que puede odiarla, ella rompió conmigo.

Lucy no se gira, no parece feliz, le tiemblan un montón las manos y cuando se recuesta más cómodamente sobre la camilla de la habitación, me cuesta saber qué piensa.

Estoy a punto de irme, tengo las manos sobre la manija de la puerta de la habitación, cuando la pelirroja se gira de la nada y se muerde el interior de la mejilla.

—Quédate. —Me ruega Lucy con voz baja.

No entiendo nada.

Primero quiere que me vaya y después que me quede. Primero me quiere cerca y luego ya no. Primero dejaría la universidad por mí y luego soy un ser con la peste y ya no quiere verme nunca más.

Se escuchan las sirenas de varias ambulancias en la planta baja del hospital y las llantas de muchas camillas golpeando el suelo; cierro la puerta y me recargo en ella.

Lucy y yo estamos en silencio a pesar de tener el televisor de la habitación encendido, me mira de una manera que jamás lo había hecho con nadie y me obliga preguntarme si realmente quiere que me quede o es que no quiere quedarse sola. De cualquier forma, quiero quedarme con ella.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta, quizá en realidad le importa, quizá no.

—Te vi esperando el autobús en medio de la ventisca, como ya sabía que no aceptarías subir al coche conmigo...

—Viniste. —termina la frase por mí y yo asiento, sintiéndome tan patético como se sentiría alguien a quien acaban de dejar en frente de sus amigos a mitad de una fiesta.

Espera, soy tan patético porque esta chica terminó conmigo hace meses y sigo esperando a que quiera volver.

—Creo que apagaré el televisor. —dice ella y lo hace.

Y de nuevo el silencio se expande en la habitación, haciendo más fuerte el sonido de las ambulancias y las camillas. Unos cuantos gritos se unen al festival de ruidos y el pánico parece ser parte de todo en la sala de espera. Entonces estoy convencido de que cerrar la puerta ha sido buena idea.

No pasa mucho tiempo cuando ya me he acomodado en el sillón junto a la camilla y ella ya ha encendido el móvil para revisar sus mensajes. No parece muy preocupada por nada que no esté dentro de ella y me refiero a que realmente no habla conmigo.

Quizá debí de saberlo aquella noche, o la noche anterior a esa, o la previa. O quizá el problema estuvo desde el momento en que la conocí. Cuando se subió a mi auto como si fuera suyo y por alguna razón que no entiendo terminé dejándola en su casa y cargando en el bolsillo de la sudadera, su número.

Aunque estoy convencido de que ella no esperaba que la llamara.

——•——•——•——
Nota de la autora:

Hola a todos los que leen esta historia, apenas estoy comenzando y la verdad agradezco mucho el apoyo.

Espero que les esté gustando y me gustaría saber qué opinan de Lucy y Asher.
¿Que piensan qué pasó entre ellos?
¿Que esperan del siguiente capítulo?

Nos vemos pronto :).

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⏰ Última actualización: Nov 12, 2021 ⏰

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