Capítulo 5

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Si Dios quiere.

Estaba esperando en los escalones de la casa de Charlotte. Llevo conmigo una mochila pequeña con cosas que podrían ser útiles, y claramente mi cuaderno. Después de lo de Mason, no podía dejarlo en cualquier lado. Aparte del cuaderno llevaba varias prendas llamativas, de colores fuertes y brillantes. Y la mochila era todo lo contrario, tonos de gris,negro y blanco. Regalo de mi queridísimo Louis.

—Por fin sales—dije mirándola desde los escalones de su puerta.

—¡También te quejas! Me has llamado a las tres de la madrugada—decía mientras se frotaba los ojos. Al parecer estaba durmiendo. —¿Se puede saber para que me has hecho levantarme?

—Ya lo verás—dije con una sonrisa en la cara. —Pero antes, ¿tienes las llaves de la tienda de tu padre?—la miré a los ojos.

—Sí—su respuesta me lleno de satisfacción.

Su padre trabajaba en una tienda de coches, pero no cualquier tipo de coches. De los buenos.

Fuimos a la tienda y para mí suerte Charlotte se sabía la contraseña para quitar la alarma. Cuando entramos había todo tipo de coches de lujo, pero uno me llamó la atención, un Jaguar F-Type R negro.  Y ese cogí. Charlotte me ayudó a quitar el seguro de la ruedas, y coger sus llaves indicadas. Lo que menos me entraba en la cabeza es que la hija del que dirige este lugar estaba ayudándome a robar un coche, de lo suyos.

Saque el coche del lugar y espere a Charlotte fuera.

—¿Volviste a conectar la alarma?—le pregunté.

—Sí. Espero que esto valga la pena—dijo un tanto nerviosa, la primera vez que la veía así.

—Te digo yo a ti que el coche vale, pero vale tela—me reí. —Duda, ¿por qué me ayudas a robarlo?—la miré subiendo una ceja.

—Porque digamos que no es robar, es presentar. Y yo acepto las cosas que me presentan—sonrió y se metió en el coche.

Cuando estuvimos dentro, saque de la mochila las prendas. Y nos la pusimos, Charlotte se fue a la pequeña parte de detrás y yo me quedé delante.

Cuando ella volvió a estar en el asiento de copiloto, arranque el coche. Pedazo de motor chaval. Íbamos a una velocidad increíble. Como no había nadie en las calles, me daba igual.

Abrí las ventanillas para que el aire nos moviera el pelo.  Charlotte se colocó unas gafas negras y puso la radio. Yo la miraba de vez en cuando mientras conducía. Cantaba una canción bastante conocida, Black to black de Amy Winehouse.

Una carreta, velocidad, un pedazo de coche, nosotras dos y nadie más aquí. ¿Qué podía salir mal? Te lo digo yo, la policía.

Nada más ver las luces del coche de policía, apreté más fuerte el pedal. Creo que íbamos a unos 250km/h, supuestamente todavía no había llegado a el máximo potencial del coche. Pero con eso me bastaba, deje atrás al coche. Una carretera sin curvas, recta, con edificios alrededo: Lo mejor del mundo.

Y llegamos.

Me paré en una especie de pared con un agujero. Y me bajé, Charlotte me siguió con mucha cautela. Cruzamos ese círculo hasta llegar a un pequeño "prado".  Era como un pequeño acantilado, de lejos se veía el mar. La luz de la luna hacia que se viera más bonito que con la luz del sol. Sí, yo ya estuve allí antes.

No había nadie allí desde hace mucho, ya que no había rastro de ningún neumático marcado en la tierra, ni papeles entre la hierba. Por el agujero de la pared entraba perfectamente el coche, pero como era ese coche, me daba miedo meterlo ahí.

Jessica Smith y el viaje del futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora