Capitulo 1: El Creador de una Nueva Era, Segunda parte

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La emoción de una fusa llamada libertad


Un huracán arrasaba ciudades enteras con la furia de una jauría de perros hambrientos, mientras que las personas buscaban escapar de la devastación, miles de vidas se iban perdiendo por el paso del mismo. Es ahí donde encontramos el poder de la naturaleza en todo su mayor esplendor, la belleza de cómo el caos moldeaba la tierra, las alas de la mariposa se movían al son de una canción, mientras este devastador horror hacía que las canciones fueran alaridos clementes. Personas asustadas le rezaban a su Dios, pidiendo ayuda, suplicando que les salvaran, pero el dolor de ver cómo sus oraciones no fueron escuchadas, se marcó cuando el agua ahogaba las palabras de los seguidores ciegos.


Nueva Orleans quedó devastada por un poderoso huracán, miles de personas murieron, miles de hogares quedaron destrozados, pero aún así los que sobrevivieron y los que regresaron retomaron la ciudad y la reconquistaron de las manos de agua salada. Así es el mundo, así es el hombre, la naturaleza nos arroja las piedras más pesadas para poder doblegar nuestra voluntad, pero la voluntad del hombre es fuerte, no se deja vencer por nada, quizás eso se le debe a un sólo Dios, o mejor dicho, a un titán. Ese fue Prometeo, que ha sufrido por milenios sólo por darle a la humanidad el fuego sagrado, nos mostró que el valor es luchar por lo que amamos, él fue el que más amó a la humanidad.


Ahora nos encontramos en una renovada Nueva Orleans, las calles son iluminadas, las tinieblas ya no condenan a las personas de corazón noble, pero aún así podemos ver la maldad, estafadores buscando la vida que quieren, los autos viejos pero reformados abundan en las calles de esta ciudad centenaria.


- Qué ciudad más hermosa. - Sus manos rozaban las paredes y estas cambiaban su aspecto, dándoles una imagen ligeramente más viva, mientras que las plantas que se encontraban en las cercanías obtenían un color aún más hermoso, todas las personas se asombraban de ver cómo la calle se veía aún más hermosa esa noche. - Y pensar que esta ciudad vio nacer a un Dios tan cruel, es triste... - Los ojos de este hombre eran de un color jade y mostraban cierta melancolía, su piel morena, sus manos que se podían ver ásperas, se notaba que le gustaba trabajar con la tierra y su gran gabardina lo hacían destacar entre todos los que caminaban a su alrededor, sumado a su largo cabello castaño.


- No esperaba encontrarte aquí, Espíritu del Bosque. - Una voz ronca, áspera y pesada como una tonelada de plomo se presentaba detrás del hombre moreno.


- Hace mucho tiempo que nadie me llamaba así, quizás los celtas fueron los últimos en pronunciar esas palabras. - Al darse la vuelta sólo pudo encontrar una escena que le causaba el mayor dolor de todos, todas las personas que disfrutaban de la noche en esa calle, se encontraban muertas en el suelo. - Viejo amigo, ¿tenías que causar tanto dolor...? - Intentaba controlar las arcadas que en su garganta chocaban con la fuerza de un relámpago.
Parece que sigues siendo un ser sensible, estos simios súper evolucionados, sólo son los juguetes de los Dioses. Tú deberías saber eso, fuiste tú quien buscó la ayuda de un Dios del caos para generar un huracán devastador, ¿o tu memoria no es lo que era en el pasado? - En las manos de este hombre se podían ver cómo las uñas se alargaban y su color cambiaban a un negro profundo. - Mis predecesores fueron unos desgraciados, pero tú, creación de Dante, no te salvas de tus pecados. - Acercó su mano a su boca y sopló, dejando así escapar una especie de humo negro que empezaba a podrir todo lo que a su alrededor estaba, cuerpos, plantas, incluso las paredes de ladrillo se deterioraban con rapidez.

El Nacimiento del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora