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¿Alguna vez tuviste ese amigo que arruinaba todos tus planes?

Val venía hacia mí vestido de azul oscuro, escondía sus cabellos castaños bajo una capota. La americana que vestía decía Just fucking do it.

«¿Quién se pone la capota cuando hace tanto calor? —me pregunté observando su ropa, luego bajé la mirada y observé la mía—. ‹‹Yo›› me respondí después. Pero lo hacía para esconder el desorden que llevaba por cabello y porque no era seguidora de las camisas o camisetas.

Me había sentado en frente de mi casa para esperarlo. No tenía muchos ánimos de verlo hablar con mamá. Hacía un lindo día, perfecto para el helado que estaba dispuesta a regalarle.

Antes de sentarse a mi lado me dio un pequeño beso en la cabeza, era la primera vez que lo hacía y yo me estremecí. Fue tan familiar que por un segundo sentí que era como un hermano mayor.

Siempre había querido un hermano mayor y espiar sus amigos.

—¿Así que cuál es la gran noticia? —preguntó aburrido—. ¿Conseguiste algo interesante?

—Vamos por un helado y te lo cuento todo.

Me levanté con su ayuda y caminé sin voltear atrás, en realidad pude decirle todo sin necesidad de verlo, pero no quería entrar a casa.

Al chico le gustaba el helado de fresa, por mi parte, yo tenía uno de vainilla. Era delicioso, el resto de sabores eran relleno en una heladería.

—¿Así que le gusto? —preguntó curioso, tenía un brillo en sus ojos que me causaba mucha ternura, mi nuevo hermano estaba enamorado.

—Si —respondí dándole un lengüetazo a mi helado—. De hecho, creo que más de lo que debería.

—¿Entonces por qué me ignora? ¿Te dijo que le he hablado como mil veces y se va?

—Así somos las chicas.

—Creo no haber conocido nunca antes una chica así.

—Así somos nosotras, yo me encargo.

Él me pellizco la nariz.

—Eres una genio. —Me sonrió con emoción y suspiró—¿Ahora qué debo hacer?

—¿Hablarle? —respondí como si fuera obvio.

—¿Y si corre? Las chicas tímidas son tan complicadas.

—No lo hará.

Arqueó una ceja incrédulo, ni yo misma sabía si lo haría

—Eso espero —dije rodando los ojos— ¿Tengo que saberlo?

—Son iguales pero diferentes. —Me puso un brazo por encima del hombro—. Apuesto que se comunican por telepatía.

‹‹¿Iguales pero diferentes?››

Le quité el brazo unos segundos después.

—Eres pesado.

—No más que tú —aseguró dándole una última probada a su helado—. Me sigue doliendo el pecho desde que te me lanzaste encima.

—Tonto. Yo no me lancé sobre ti, no alucines.

—¡Oh! Mira quién lo dice —respondió burlón—. Chica que alucina con ladrones —su rostro se iluminó al ver algo detrás de mí— ¡Ja!, hablando de amores...—Me giró 180 grados—. Mira quien está ahí.

Desplegué mis parpados exageradamente.

—Mi...—El chico fijó sus ojos azules en mí—. Es mi Crush.

El diario de una husmeadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora