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Su relación con Win se había vuelto tensa, para nada amigable.

Todo desde que Krist y él habían comenzado a salir casi a diario, tanto que una vez ellos se toparon a la salida de la empresa,  no hace falta decir cuanto Win detesto al pálido, limitando a pasar por su lado cuando Bright los presentó, sin darle una mirada.

Tanto así que Win había alegado a su jefa que estaba demasiado ocupado con sus proyectos, volviendose imposible su ayuda a Bright, pidiendo su propio lugar.

— Si te incómoda algo de lo que hice, deberías haberlo dicho.– exclamó, su voz saliendo más molesta que antes.

Win le lanzó una mirada fugaz, volviendo a recoger sus artículos personales — No es nada de lo que piensas, de verdad necesito terminar mi trabajo.–

Y aunque sus palabras dijeran eso, su rostro aburrido y tenso demostraban otra cosa.

Cansado, volvió a su escrito, del cual había descuidado un mes entero por estar absorto en su nueva amistad con Krist.

Leyó, pasando por primera vez en semanas sus yemas por la tinta vieja, de varios colores y algo maltratada.

— Bien, me voy.– la voz de Win le hizo levantar el rostro de nuevo.

Frunció el ceño — Por favor hablemos, ¿Quieres? No me gusta estar así.–

Alzó una ceja— ¿Así como? Exactamente, ¿Que estamos?–

Suspiró— Molesto, estás molesto y sé que es por Kit.–

El moreno bufó— ¡Ja! ¡Incluso tiene un apodo! ¡Yo nunca tuve un apodo!– chistó, sus manos moviéndose nerviosas sobre la caja en la mesa.

— ¿Te molesta tanto que tenga un apodo?– le miró.

Parecía explotar, como si algo estuviera apunto de estallar en ellos.

— No, no me molesta que tenga un apodo, ¡Me molesta que tú lo digas! ¡Yo siempre fuí Win y ya! ¡Incluso Señor Metawin!–

Su mano se posó en su sien, masajeandola para darse ánimo.

No le estaba llevando a nada.

— ¿Quieres un apodo? Vale, tendrás uno.–

Win parecía aún más enojado— ¡No! ¡Es que lo haces por obligación! ¡Para tenerme contento!–

Bufó, sus ojos abriéndose de par en par al igual que sus labios— ¡¿Entonces que quieres?!– elevó la voz, casi gritando al moreno.

La respiración de ambos era descontrolada, sus pechos subían y bajaban constantemente, uno de ellos reteniendo las lágrimas y él otro sus impulsos de pedir disculpas.

— Quería un poco de cariño y atención, eso era jodidamente lo que quería, ya no.– se dió la vuelta, tomando sus cosas para salir.

— No, espera, lo siento.– caminó hasta el moreno pero él fue más rápido y salió del estudio primero.

Cuándo el menor azoto la puerta, sintió la tristeza y las lágrimas en el borde de sus ojos, nublandolo todo.

Gruñó, sintiéndose cobarde, por no decirle, que sólo salía con Krist para hablarle de él, que en sus pensamientos sólo estaba él, nadie más que él.

Pero era débil y tenía miedo, tanto que le dejó ir.















Win corrió por los pasillos cargando la caja, hasta que llegó a su destino, soltando todo en el sillón.

Sus pies se movieron por inercia a donde ella le miraba con miedo.

— Ven aquí.– dijo, entendiendo que sucedía.

Corrió hasta la chica y los delgados brazos lo tomaron, aferrándose a tener las pequeñas piezas de su corazón unido.

— N-no me quiere.– alcanzó a decir antes de romper en llanto.

Ella lo sostuvo contra si todo lo que su fuerza le permitía, dando pequeñas caricias a la espalda de su amigo, tratando de calmarlo a él y a su pobre, dolido,roto corazón.



























Fue difícil seguir escribiendo, no podía ni mirar la hoja sin querer salir corriendo a llorar de nuevo a los brazos de Rion.

— ¿Puedes hacerlo? No quiero presionarte.– preguntó con tacto, no queriendo molestar.

Negó— Estoy bien, han pasado semanas, supongo que puedo hacerlo.–

Sonrió— Bien, cualquier cosa estoy en la puerta del fondo, ¿Sí?– dijo.

Asintió, tomando asiento frente a la computadora.

Finalmente salió.

Se quedó solo, de nuevo.


Rion, su amiga y jefa le había encomendado la tarea de escribir una canción triste.

Bien, ¿Que demonios debía poner? Era obvio lo que quería decir, sin embargo no podía por alguna extraña razón describir sus sensaciones.

Simplemente era un chico enamorado.

Cayó y se rindió por Bright mientras él se reía.

Una pequeña idea salió de su mente.

Empezó a escribir.












Después de unas horas Bright había terminado otras canciones que había empezado.

Dejó caer en la mesa el bolígrafo y se sintió tan triste como nunca.

Su cabeza le llevaba miles de veces a ese escenario o mejor dicho, a esos escenarios.


Recuerda haber llorado, recuerda sujetar fuerte la mano de Gulf pidiendole que no lo dejara, que recordara cuan grande era su amor pero el moreno quitó la mano de golpe, desviando la mirada antes de salir donde Mew le esperaba.

Soltó un gruñido profundo, sus manos pasaron a sus costados tratando de evitar pensar, de calmarse.

Y luego estaba Win, pidiendo amor y cariño, antes de irse del sitio, con los ojos brillantes en dolor.



— Te quiero tanto pero tengo miedo.– susurró, su voz saliendo delgada.


Cerró los ojos, sus labios se apretaban y quiso desaparecer, ir hasta donde nadie podría juzgarlo por sentirse así.


Lo quería, de verdad quería a Win pero tenía tanto miedo de volver a salir lastimado.



Sin saber, las lágrimas de ambos brotaban sin piedad al pensar en el otro.

Yoru ga akaeru ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora