Un sueño

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Abrí los ojos. 

Sentí en mis retinas como aquel fogonazo blanco me traspasaba. El frío y el dolor habían desaparecido por completo pues no era aquella avenida repleta de desconocidos en la que me encontraba. Observé a mi alrededor. Vale. Estaba en un hospital. Una mullida cama me enredaba entre sus brazos y una sábana blanca cubría hasta la mitad de mi pecho. Blanco. Todo era muy blanco. Azulejos blancos vestían la habitación desde la entrada a juego con un suelo también de color hueso. Frente a mí, una televisión bastante anticuada colgaba de la pared. Estaba solo, con la única compañía de un control remoto que descansaba en la vacía mesilla de mi izquierda. Un gigantesco ventanal se alzaba a mi derecha, enseñándome como el cielo me daba los buenos días, fácil de predecir al observar como la luz violácea y anaranjada se colaba por el cristal.

Tomé tierra cuando escuché el click de la puerta (también blanca aunque tenía una cenefa azul cielo en la mitad) y vi a un hombre alto, moreno, con los ojos enormes y unos labios gruesos acercándose hacia a mí. Parecía algo sofocado.

- Buenos días señor Kim. Me presento, soy el doctor Kim SeokJin - me dijo señalándose la chapita que prendía de su bata - me puedes llamar Jin. Soy el médico que ha estado a su cuidado todo este tiempo, no sabe cuánto me alegra tenerlo de vuelta.

- ¡¿Tiempo?! - intenté incorporarme, fracasando - ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí? ¿Qué me ha pasado?

Jin empezó a toquetear los cables que salían de mi brazo y a colgar bolsitas de lo que sería mi droga para el dolor a partir de ahora.

- Señor Kim, relájese... lo conveniente ahora es descan...

- No me puedo relajar hasta que me cuente qué ha ocurrido - alcé una mano hacía él y acto seguido me la llevé a la cabeza intentando paliar las cinco apisonadoras que traqueteaban en ella - por favor - supliqué - ¿Qué pasa?

- Señor... ha tenido una accidente de coche - el médico parecía buscar las palabras adecuadas - sufrió un traumatismo encefálico severo que le ocasionó múltiples coágulos a nivel cerebral y que tuvimos que operar para poner su vida a salvo. - suspiró - Además, tiene dos costillas fracturadas que han dañado levemente el pulmón izquierdo... la verdad, es un milagro que esté aquí.

Quedé helado. ¿Porqué no podía recordarlo? ¿Qué coche, acaso yo tenía coche?

- Aún no me ha dicho cuánto tiempo llevo en este hospital.

- Señor Kim - Jin agarró mi mano con paciencia, como un hermano mayor cuando te ve asustado - ha estado en coma un mes.

Un mes.

Treinta días.

Un mes es mucho tiempo. El doctor intentó endulzar sus palabras diciéndome después que ya había pasado lo peor y que por fin, estaba de vuelta. Ahora habría que esperar a recuperarme por completo y observar si la operación había resultado un éxito rotundo.

Y yo... simplemente no podía recordar nada. Unas lágrimas cubrieron mi rostro en cuestión de segundos. Era demasiado. Estaba llorando a moco tendido. Estaba llorando por todo y más. Y la congoja me impedía decírselo a Jin. El miedo estaba calando en mis huesos, uno a uno. Estaba perdido. Perdido sin ni siquiera un cascabel atado al cuello para que alguien pudiese encontrarme.

Me concentré haciendo el mayor de los esfuerzos. Cerré los ojos con fuerza intentando recordar algo, lo que fuese... Una voz. Una voz apareció en mi cabeza de un plumazo.

- Doctor Jin - el médico alzó los ojos de su carpeta - ¿Había alguien aquí, verdad?

Su rostro se oscureció en cuestión de segundos y me lanzó una mirada cargada de ternura.

Recuérdame *TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora