Una única verdad

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No te vayas mi amor, no me dejes ahora.

Abre esos ojos, ábrelos y que sea para quedarte.

Me maldigo a mí, una y otra vez.

Te deseo a ti, y a nuestra realidad perfecta.

Avísame si decides partir, porque iré contigo. Cerraré también los ojos si con eso tengo la dicha de volverte a ver.

Avísame si al final, subes a ese tren porque nos veremos en la misma estación.

Avísame, pero quédate aquí, aún nos queda mucho por hacer.


Desperté, después de un gran letargo, después de danzar con las sombras oscuras que me rodeaban, deseosas de que cayera entre sus brazos. Hui, hui de aquella puerta abierta de par en par para mi. La melodía me atraía hacia el lado contrario, me llevaba hacia una luz distinta, a una luz más gris, menos cegadora. Pero prefería ir dirección a ella antes de permitirme el lujo de atravesar la otra puerta, llevándome hacia el vacío. 

Creía que mi cabeza estallaría mientras mis ojos se acostumbraban a la imagen de mi habitación de hospital. Nada, todo seguía igual, todo blanco, la puerta blanca con una cenefa azul. Todo de la misma forma a excepción de una cosa. Una figura masculina agarraba mi mano y yacía dormida con la cabeza recostada en el borde de mi cama.

- H-hola - logré decir.

J empezó a llorar, mientras besaba mi mano con ternura. Mis largos dedos rozaban sus labios mientras las lágrimas de mi enfermero resbalaban por ellos y chocaban contra el colchón. No quería que se apartara, no cuando su cariño era todo lo que estaba bien para mí. Tan bien que hasta me sentí perdido cuando se alejó para llamar a Jin. Las cuatro de la mañana marcaba el reloj.

- Kim, qué susto nos ha dado - exclamaba el doctor al entrar en mi habitación.

- ¿He estado a punto verdad?

Jin pareció pensar más de una vez la respuesta y no hizo falta que la dijese cuando vi la oscuridad en sus ojos. Su rostro pasó de sombrío a uno más amigable y con un "no te vuelvas a ir, ¿vale?" me dejó aún más claro lo cerca que había estado de la muerte.

Jin no vino solo a la habitación, la señora Lee lo acompañaba y ella también lucía emocionada de tenerme de vuelta. Mi enfermera miraba con sorpresa a J que parecía estar atacado por la manera en la que se mordía las uñas y miraba de un lado a otro.

- Sal de aquí - espetó Jin - ¡Ahora!

J me dedicó una mirada cargada de súplica y creo que fue un reflejo exacto de la mía. Salió de la habitación a la velocidad de la luz y tras la puerta, aún podía escuchar sus sollozos. Jin tomó mis constantes vitales y me animó a volver a dormir, pero yo sólo podía pensar en otra cosa.

- Quiero que vuelva Jin

- No, no es lo conveniente, acabas de despertar y necesitas...

- ¡Ese chico me sana más que todas esas bolsas de químicos! - dije señalando hacia arriba.

Jin vio mi rostro desencajado, vio mi cuerpo temblar solo por la posibilidad de pensar que no podía volver a ver esa noche a mi enfermero. Cedió.

- Está bien, volverá después - dijo condescendiente - pero ahora necesitas descansar Kim, cada cosa a su tiempo. Es mi última palabra.

- Es por tu bien cielo, haz caso al especialista, ¿si?- me pidió la señora Lee.

Asentí, perdido en mi dolor, uno que no era solo físico. Si Jin me había prometido poder volver a ver a J, cuanto antes hiciera caso mejor así que, me doblegué a él y fijando los ojos en el médico, yo mismo apreté el click que activaría mi medicación, volviendo al mundo de los sueños.

Recuérdame *TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora