Capítulo 2

390 56 31
                                    




Las calles estaban completamente desiertas. Parecía como si hubiera pasado un año desde la mañana, desde mi examen. ¿Dónde se había metido todo el mundo? ¿Escondidos? ¿Muertos?

Lucas iba delante, con mucha seguridad, mucho aplomo, como si ya estuviera preparado para este tipo de cosas. Y yo, pues detrás, asustándome con cada ruido, con cada golpe, con cada grito lejano, con cada paso que daba. Envidio a la gente que es valiente y que consigue ir por la vida sin miedo.

-¿Y... dónde vamos? –pregunté. –Yo debería volver a casa. Mi tío debe de estar preocupadísimo.

-¿Vives con tu tío? –respondió, sin siquiera mirarme. Iba mucho más pendiente de no cruzarnos con ninguna sorpresa que de mí.

-Sí. A ver, es una historia muy larga.

-Estamos en medio del fin del mundo. Tengo tiempo –sonrió, socarrón. Pero yo era incapaz de sonreír. No dejaba de pensar en lo que había pasado, en dónde estaba Sara, Carlos, Mónica...

Saqué de nuevo el móvil e intenté encenderlo, pero nada. Imposible. Estaba roto. Mi tío me iba a matar. Con lo que le había costado comprármelo. Seguimos andando sin rumbo fijo. No quería interrumpir su guía, porque parecía muy seguro de todo. Pero es que no tenía ni idea de adónde íbamos. Pues joder, pregúntaselo, Biel, que pareces tonto. ¿Te da miedo ahora este chico? ¡Si le acabas de conocer! Pero justo cuando fui a abrir la boca, Lucas levantó su brazo derecho y se detuvo en seco, indicándome que me parara y que me mantuviera en silencio. Su expresión era de preocupación, pero también de alerta.

-¿Qué pasa?

-Tsssschhhh.

-¿Hay alguien cerca? ¿Algún zombie? ¿Algo? –pregunté en un hilo de voz.

-No lo sé. Creo que he visto algo al otro lado de ese callejón.

Lucas apretó con fuerza el mango de su raqueta, dispuesto a usarla si alguien venía hacia nosotros. 'Quédate aquí' me dijo y se adelantó unos metros, desapareciendo tras una esquina, y dejándome completamente solo. Intenté aguzar el oído, pero era incapaz de escuchar algo aparte del ruido de los pájaros y la brisa que me revolvía el pelo continuamente.

Dudé si acercarme hacia el callejón donde había desaparecido Lucas o quedarme quieto donde estaba. Quizá esa fuera la mejor opción. No tenía ningún arma a mano con la que defenderme. Dios, Sara seguro que sabría qué hacer. Siempre era la más resuelta de los tres. La más espabilada. La favorita de mi tío. También lo habría sido de mis padres... si la hubieran conocido.

Y entonces, de la nada, apareció Lucas, corriendo despavorido hacia mí, con una expresión de auténtico terror y haciéndome gestos con las manos para que huyera de allí. ¿Qué pasaba? No tardé mucho en averiguarlo. Tras Lucas venía una horda de casi 20 zombies, corriendo tras él, con la mandíbula abierta de par en par, gruñendo al cielo, y con las manos (más bien garras) dispuestas a alcanzarlo.

-¡CORRE! ¡CORRE! –chilló, casi sin aire, totalmente descontrolado.

-¡Pero qué has hecho! –conseguí decir justo cuando Lucas me cogió del brazo y tiró de mí, haciéndome salir de mi estupefacción. Nunca fui el más rápido de la clase, pero joder, esperaba ser más rápido que unos monstruos a los que les faltaba medio cerebro.

No sabía adónde escapar. No teníamos ningún sitio cerca, eso estaba claro. Pero Lucas sí que parecía tener un plan de huida. Así que decidí dejarme llevar (qué mal acaba eso muchas veces) y seguirle muy de cerca, escuchando los bufidos de mis perseguidores a pocos metros de distancia. El corazón me latía a mil por hora, respirar era como tragar fuego, me dolía el estómago y las piernas me pesaban más que nunca, pero sabía que si me detenía, sería lo último que haría.

El Dia Despues de TodosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora