Veo a dos mujeres.
Una más mayor que la otra, agarradas por el brazo como viejecitas.
Le están sonriendo al muchacho que tengo delante. O por lo menos eso es lo que está haciendo la mujer más joven mientras se toca el vientre.
Oh, ahora que me fijo tiene un poco de bulto en esa zona, seguramente esté embarazada y esté pensando en que ojalá su hijo se parezca a este hombre que tengo delante.
Y no me extraña, yo estoy todo el día babeando con esa espalda tan bien trabajada y ese culo prieto que dan ganas de morder o apretar. ¡Hasta el pelo parece sedoso y perfecto!
Declaro oficialmente a esta persona mi crush, mi dios griego y el dueño de mis sueños húmedos; porque no hay forma en la que lo esté viendo todo el día y no sueñe con él, aunque puedo observar exclusivamente su parte de atrás.
Ahora mismo estoy experimentando muchos sentimientos.
Siento envidia de este tipo, yo ni siquiera sé como soy. Espero estar la mitad de buena que él.
Y siento celos.
Te preguntarás de qué, pues bien, tengo celos de esas dos mujeres que pueden verle la cara a mi sueño humano.
Lo sé, son unos celos ilógicos, pero los siento y creo que no es solo por eso.
Es por algo más pero no sé el qué.
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Un metro eterno
RandomUn museo. Dos estatuas que una vez fueron personas y todavía se aman. Un metro eterno que los separa. Prohibida la copia o adaptación de la historia. Disfrútala.