Capítulo 22: El trato

231 21 2
                                    

— Es aquí —exclamó Jesús. 

Finalmente habíamos llegado después de 2 o 3 horas de trayecto. Tenían muros igual que Alexandria que protegía el lugar y las torres de vigilancia. 

— ¡Alto ahí! —exclamó uno de los vigilantes levantando una lanza. Todos levantamos nuestras armas y apuntamos a los hombres de vigilancia. 

— ¡Basta! Ellos son confiables, hablarán con Gregory —dijo Jesús tratando de disminuir la tensión. 

Los hombres bajaron sus lanzas y abrieron las puertas de madera, todos fuimos caminando y abriéndonos paso entre todo. El lugar era un poco más pequeño y menos civilizados, me refiero a que no hay casas, ni cemento, casi no había construcciones, lo único que había era una especie de casa central demasiado grande, al menos de unos 3 o 4 pisos. 

— Esta es la Cumbre —mencionó Jesús— como pueden ver no tenemos armas, no hemos encontrado munición en meses. Pero tenemos cultivos y ganado —señaló. 

— Así veo —comenté en bajo. 

Por un lado la gente se encargaba de alimentar a cerdos, caballos y ordeñar vacas; mientras de otro lado estaban algunas caravanas que funcionaban como casas para la mayoría, se afilaban las lanzas y se creaban más. Era un lugar bastante distribuido y organizado. 

— Esta es la casa base, antes era un museo pero nos instalamos aquí. Rick, ahora podrás hablar con Gregory —dijo Jesús seguro de cada una de sus palabras. 

Entramos a la casa base y al escuchar nuestros pasos un hombre salió, tenía un poco de cabello blanco, algo de barba, tenía una contextura normal y parecía entre unos 60 y tantos; aún así lo que llamó mi atención fue su forma de vestir, llevaba un traje de trabajo, y unos zapatos bastante elegantes. 

— ¿Qué sucede Jesús? —preguntó al salir, lo que supuse su oficina. 

— Esta gente quiere hablar contigo —comentó Jesús. 

— Me llamo Rick Grimes, viaja... —habló Rick pero Gregory lo interrumpió. 

— Jesús llévalos a que se duchen y cambien —sugirió el hombre. 

— Estamos bien —vaciló Rick al borde de perder su paciencia. 

— Insisto —dijo el hombre amablemente.

— Dije que estamos bien —noté la amenaza por su voz. Gregory tardó unos segundos en responder.

— Bien —respondió— Como pueden ver esta es nuestra base, nuestro hogar. Todo esto ya estuvo construido cuando llegamos —dijo con orgullo. 

— No tienen casas —hablé una observación. 

— Bueno la gente cuando se dio cuenta de este lugar, la mayoría vivían en trailers o camiones, así que vinieron hasta acá con su transporte y hogar —aclaró— como pueden ver nos va perfecto, todo eso es gracias a mí. Soy el jefe —sonrió con orgullo. 

Me parecía un hombre que se aprovechaba de su poder, algo no me daba una buena espina de él. 

— Oímos que no tienen municiones, ni fármacos —comentó Daryl.

— Oímos que no tienen municiones, ni fármacos —comentó Daryl

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un riesgo que vale la pena (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora