05

52 13 2
                                    



Kuroo despertó y se quedó varios minutos mirando el techo. El día anterior se había encontrado por casualidad con Kenma, el chico que últimamente provocaba esa extraña sensación en su pecho.

Y aun que aún no podía creerlo, había logrado que el teñido le diera su número. Bueno, la verdad Kenma aceptó inmediatamente, solo fue él quien estaba tan nervioso que terminó por rechazarse a si mismo un par de veces mientras el contrario solo reía por lo tierno que le parecía.

[...]

Kenma no había podido pegar un ojo en toda la noche. Más que nada por el ruido de la música fuerte que tuvo su tío desde que llegó hasta ahora.

Estaba estresado, aburrido y agotado. Llevaba días sin poder dormir bien y ni siquiera hablemos de sí comía bien, había días en que no probaba un bocado.

Cuando por fin la música se detuvo y pensó que podría descansar unos minutos, los golpes fuertes contra su puerta le sobre saltaron. Rápidamente se incorporó en la cama y vio como aquel hombre entraba en su habitación.

"Que asco das". Soltó sin más cuando abrió la puerta. Kenma solo se quedó con los ojos muy abiertos mirando en otra dirección esperando a cualquier accionar del mayor.

El cual no tardó en llegar. Lo siguiente a la vista de Kenma fueron las sábanas desordenadas de su cama. Cerró los ojos con fuerza cuando sintió cómo se repetía la misma escena de hace años. Estaba hecho un desastre, más no dijo nada.

Se quedó en silencio sin siquiera dejar escapar un lamento. Y no porque no quisiera llorar, sino que a estas alturas sentía que de nada servía hacerlo. De todas maneras él no lo escucharía.

Y claro: Cuando la tortura física terminaba continuaba la psicológica.

Kenma quedó a un costado de su cama, abrazando con fuerza sus piernas mientras en su mente se repetían los recuerdos de hace segundos. Aquellos que sabía no le dejarían tranquilo por horas.

Las lágrimas caían por sus mejillas mientras se recriminaba.

¿Por qué no haces nada? Puedes hacer lo que sea, tienes diecisiete años, Kozume ¿Por qué no te defiendes?

Era más simple pensarlo que hacerlo. Porque aunque fuera lo que más quiere hacer, cuando todo ocurría se quedaba en blanco. Era igual a como si tuviera sus manos atadas con cadenas aseguradas tras su espalda y la llave estuviera perdida hace años.

No fue consiente de cuánto tiempo pasó así, no hasta que sintió su celular vibrar sobre la cama.

Ni siquiera se movió de su posición, solo subió su vista cuando vio la pantalla encenderse.

"Tienes un nuevo mensaje de número desconocido"

Soltó un suspiro y se levantó con el mayor cuidado posible. Su cadera y piernas dolían de una forma horrible a la vez que sentía su cuerpo asquerosamente sucio.

No prestó atención al tiempo qué pasó en la ducha. Bajo el agua fría, a pesar de no sentirse más limpio, era reconfortante. Su cuerpo se sentía adormecido después de tallarlo con tal brutalidad en un intento de borrar la sensación de las manos de el tipo sobre su él. Pero Kenma sabía que no importaba si quitaba las marcas físicas, las mentales permanecerían.

A Simple Voice - [KuroKen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora