Cámaras, entrevistas, estudios de grabación, de pronto todo se me hacía insignificante. Ya nada tenía la misma importancia en mi vida, aquello a lo que me había dedicado durante cuatro años parecía pasar a segundo término. ¿Qué era lo que me tenía así? Estos últimos días no había sido el mismo, mi caracter se encrispaba con facilidad, y siempre encontraba algún defecto en mi compañía por lo cual terminaba huyendo de donde fuera que estuviéramos.
– ¿Vas a seguir? –cuestionó Lance. Revolé los ojos y después me encogí de hombros sin perder el ritmo en la caminadora.
Lo único que me mantenía controlado era esto, invertir horas en el gimnasio. Llegaba de alguna cita de la banda y directo a la caminadora. Un poco de cardio, crossfit e incluso kick boxing complementaban mi rutina noche tras noche. Sabía que debía llevar un balance, pero una vez que sentía el dolor expandiéndose por mis músculos no había nada que me detuviera. Amaba esa sensación, por más masoquista que se viera. Bajé la velocidad, e hice dos respiraciones profundas antes de contestar. El sudor resbalaba por toda mi frente.
– Media hora más –dije pausadamente.
–Debes parar –sugirió– Iremos a dar una vuelta ¿vienes? –debió haber visto la expresión en mi rostro porque inmediatamente agregó el destino– hay un pub que quiero conocer.
–Suena interesante, me ducharé y los alcanzo allá –aseguré.
Me duché rápidamente y después salí con la toalla enredada de mi cintura hacia abajo, mi cuerpo escurría en agua, pero tenía esa mala costumbre de no secarme. Caminé descalzo hasta el clóset y tomé la primer camisa que encontré. Una vez vestido, sacudí mis rulos incesantemente, sabía que requería un corte, pero siendo honesto, me gustaba como se acomodaba mi cabello. Me paré frente al espejo e intenté por cuarta vez mantener mi cabello atado en una cebolla, pero aun no estaba suficientemente largo para hacerlo.
Abotoné mi chaqueta y salí hacia mi auto. Lance había mandado la dirección del pub vía mensaje, por lo que una vez ingresada en el buscador, me sería fácil llegar. Unas cervezas no me caerían nada mal después de tan pasado día. Y aunque las flechas indicaban que siguiera derecho sobre la avenida principal, mi inconsciente se apoderó del volante y terminé conduciéndome hacia el suburbio aquel donde los dejé ese día. ¿Qué buscaba? ¿Por qué estaba aquí?
Disminuí la velocidad de mi vehículo y recorrí de arriba a abajo el edificio. Al frente había tres ventanas y un árbol. ¿Cuál sería su ventana? ¿Y por qué me interesaba saberlo? Un súbita imagen de su ingenuo rostro llegó directo a mi mente. Era pésima ocultando sus emociones, pude darme cuenta que temblaba y que mi presencia la intimidaba. No pasamos más que cinco minutos juntos, y la tensión fue enorme; incluso creo que jamás una mujer me había amenazado con tanta firmeza como ella había hecho. ¿Qué hubiera pasado si hubiera logrado besarla? Ahí estaba la clave, yo debía besarla. Eso era todo el tonteo en relación a esa desconocida.
– ¡Otra ronda Stevens paga! –gritó Logan en cuanto me vio.
– ¿Ya estás pasado de copas? –pregunté.
Ni siquiera hubo necesidad de que respondiera, se le veía en la cara. Tomé la cerveza que me extendió Zac y le di un sorbo largo. Jamás había disfrutado pasar tiempo en lugares nocturnos, sin embargo cuando solía acompañarlos intentaba pasar un buen rato, pero esta vez había algo en el ambiente, que me ponía de malas. Bebí mi sexta cerveza y me desplomé sobre el cómodo sillón que había pensado era blanco y ahora descubría que era gris. El moreno bailaba pegadizamente junto a una rubia, y Lance tomaba fotos de todo. Ahora que lo pensaba ¿Dónde estaba Nathan?
–Nos falta uno –hablé.
–El señor conquista está trabajando hoy –respondió Lance una vez que se acomodó a mi lado. Arqueé mi ceja.
