¿Pero qué demonios te está pasando Stevens? Eso que acababa de pasar había sido una completa estupidez. Y bien merecido me lo tenía, por ser un idiota, por haber querido jugar al rey del mundo. Pero no se quedaría así, ella no volvería a negarse a mí; tenía que caer en mis manos y estaba seguro que faltaba poco, era cuestión de días quizá para tenerla bajo mi poder. Y si quería lograr mi objetivo lo primero sería dejar de comportarme como ella pensará que lo haré, debía confundirla a ella para que dejara de confundirme a mí. Una noche, solo una noche y esto habrá terminado para los dos, este absurdo juego habrá finalizado; mi vida volverá a tomar el camino que llevaba.
– ¿Estás aquí? –preguntó mi amigo– Me das miedo Stevens.
–Aquí estoy, estaba pensando es todo –me excusé– pásame otra cerveza y deja de hablar idioteces.
– ¿Es una chica cierto? –preguntó el pelirrojo. Volteé a verlo con el ceño fruncido– En lo que pensabas.
–Algo así –respondí simplón.
No iba a quedarse de brazos cruzados, obviamente me iba a presionar para que le contara. ¿Qué le contaría? ¿Qué me había aferrado con una desconocida? Más y menos cosas fueron las que le conté a mi favor, obviamente no podía exponerme ante él, estos sentimientos desconocidos debías seguir perteneciéndome a mí. Y a final de cuentas ella ejerce una atracción física en mí, es solo eso, un físico bonito al que quiero prestarle atención. Eso no tiene nada de malo, ambos saldremos beneficiados.
– ¿La besaste? –cuestionó sorprendido. Sí bueno, eso era demasiado dado que yo no besaba a las primeras de cambio– Te tiene delirando ¿no?
–No es eso Ed, se está mostrando muy dura. Tenía que cambiar mi táctica.
– ¿Y cómo es ella?
–Es completamente diferente de todas las demás –mencioné e inmediatamente su rostro afilado inundó mis pensamientos– de complexión pequeña y débil, cabello largo castaño, brillante y sedoso –especifiqué– tiene los ojos más hermosos que haya visto jamás, pero irónicamente se ven muy lastimados. –su sonora carcajada interrumpió mi idealización.
–Te he perdido amigo –brindó el idiota– ¡Salud por tu enamoramiento!
–No seas absurdo, no estoy enamorado –grité.
–El primer paso es la negación –siguió con su tesis sobre el amor, como si él conociera perfectamente lo que era estar enamorado– Después sigue la etapa de idiotez en donde cometes todos los errores que jamás habías hecho antes, y finalmente viene la etapa del amor In aeternum
–Por favor, estas son las palabras más estúpidas que has dicho jamás –sentencié.
La única etapa que ella y yo viviríamos sería la de nuestros cuerpos sudados en la intimidad de una cama; no me interesaba alguna otra. Terminé mi última cerveza y revisé mi reloj, no me sorprendía para nada darme cuenta que la mañana había caído otra vez, y nosotros seguíamos sentados en el mismo sofá, con la misma ropa y el suelo lleno de botellas vacías. Damon me regañaría, eso lo podía dar por hecho, pero me venía valiendo las mil mierdas. Ya estaba harto de que quisiera controlarnos, ya estaba harto de todo lo que hacía.
–No lo quieres, pero de igual forma te daré un consejo –habló el pelirojo a mi lado– Búscala nuevamente, borrale esa imagen de idiota que tiene de ti.
–Vuelve a dormir Sheeran –mascullé.
Deposité las botellas en el cesto y tomé mis pertenencias, me aseguré que mi amigo estuviera bien acomodado antes de irme. Cuando estaba subiendo el zipper de mi chaqueta negra, repetí en mi cabeza las palabras de Ed, era claro que debía hacer eso para que ella no decididera apartarse definitivamente de mi lado. Conduje directo a casa y rebusqué en mi reproductor Mp3 alguna canción que me mantuviera absorto de todo; encontré la canción perfecta, pero no pudo mantenerme ocupado, lo único que venía a mi mente era su rostro, sus manos apretadas sobre sus muslos, sus ojos temerosos. ¿Por qué demonios tengo que pensar en ella?
