Más.

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Esto era una mala idea, con un demonio que lo era y yo lo sabía pero me daba igual. Sabía que debía actuar rápido para sacarme a esa chica de la cabeza. Y como siempre Gabriela fue la primera en responder mi llamado; ya había pasado un tiempo considerable y su anterior arrebato de puritana había terminado. Llegué a su casa rápidamente y recordando viejos tiempos, entré por la puerta trasera, Gary probablemente se encontraba en el despacho fumando un puro y haciendo números.

–Tardaste demasiado –me reprochó la castaña– sabes que odio que me hagan esperar.

Y sin darle tiempo de seguirse quejando la besé con posesión, arrasé con sus delgados labios y la lancé con fiereza a la cama, su suave bata se abrió de la parte de arriba dejándome ver su tonificado torso bronceado, era un sueño de mujer. Trepé con cautela y llené sus piernas de cortos y húmedos besos, estaba necesitado, no quería preámbulos tontos y ella lo sabía. Mientras dedicaba tiempo a besar su vientre, sacó mi camisa y la lanzó lejos. Mordisqueé su oído y regresé a sus labios, tomé todo el licor de su sensualidad.

–Me encantas Gabriela –pronuncié– no sabes cuanto deseaba tenerte así.

Rasgué su diminuto short y besé su piel expuesta, la tenía solamente en ropa interior frente a mí, retorciéndose bajo mi toque en sus zonas más sensibles. El poder que ejercía en ella era lo que necesitaba, debía volver a sentirme fuerte; su cuerpo tembloroso estaba volviéndome loco, no resistiría un minuto más fuera de ella. Mordí su hombro y escuché un quejido fragmentado de su garganta, pero poco y nada me importó, escucharla ida y perdida por mí era todo lo que me interesaba.

–Vamos Harrick hazme el amor –suplicó.

Terminé de desvestirla, pero algo en mi cabeza me impedía seguir; yo no podía hacerle el amor, jamás lo había hecho. Me recosté en el colchón y dejé que ella marcara el ritmo sobre mi piel, pero me fue imposible volver a concentrarme, ni sus pretensiosos besos, ni sus ardientes caricias sobre mi anatomía lograban aumentarme la libido. Sentí su traviesa lengua rondar el elástico de mi bóxer y fue entonces cuando descubrí que no podría -aunque quisiera- terminar con mi objetivo.

– ¿Te vas? –preguntó indignada– ¿Vas a dejarme así?

Subí mi pantalón y lo dejé desabotonado mientras buscaba mi camisa, ella seguía sobre la cama envuelta ahora en la sábana blanca, cubriendo su apenada desnudez. Su elección de palabras me había trastocado, había terminado con el deseo que tenía de su piel. Aunado a la enferma imagen que estaba llegando a mi cabeza, de Logan sobre Zoé haciéndole no sé que cosas. Y ahora verla así, herida, confundida, no me ofrecía nada, no quedaba nada de la Gabriela que lograba trastornarme sexualmente. Había sido una estupidez venir aquí y  lo estaba comprobando.

–¡Eres un idiota! –gritó con furia– ¡Lárgate de mi casa! 

–No grites –le pedí– Gary entrará en cualquier momento.

–¡Largo! –bufó de nuevo.

Caminé hacia la cama y controlé su ataque de histeria, tomé sus manos y las sometí bajo las mías, ella se negaba a verme a los ojos, se negaba rotundamente a escucharme. Y tenía razón en actuar así, pero no podía culparme, ni siquiera yo podía culparla a ella. Tenía un cuerpo perfecto y un rostro angelical, pero ya no era eso lo que buscaba, yo quería -por primera vez- más. El placer de su cuerpo sudado sucumbiendo bajo el mío ya no era satisfacción suficiente. 

–Lo lamento –hablé– de verdad créeme que lo lamento.

–Harrick –ella habló pausadamente– ¿Qué sucede?

–No tengo idea, simplemente olvídalo. Otro día será.

–No tenemos otro día –contestó herida– mi papá me mandará a Holmes en dos días.

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⏰ Última actualización: Mar 09, 2015 ⏰

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