Capítulo 5.

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Dentro de la ambulancia, los paramédicos la mantenían con vida y su madre que se encontraba junto a ella  le sujetaba la mano con fuerza para hacerle notar que ahí estaba, que estaba presente para ella.

Por otro lado, en la mansión donde se quedó el doctor, investigó cautelosamente la habitación. Ahora tomaba el rol de un detective en vez de un psiquiatra. Primero revisó el escritorio de la joven que quedaba en la otra punta del dormitorio. No había nada que llamará la atención, solo un par de cuadernos de colegio, varios peluches y otros chiches femeninos. A continuación se dirigió al closet. Cuando abrió las puertas del armario vió varios abrigos colgando, los corrió y para su sorpresa encontró un espejo con una inscripción escrita en rojo, "las personas feas como tú me repugnan". Atónito se acercó para ver si era sangre lo que había usado pero se alivió al notar que era rush. Seguramente de la madre, quien tenía los labios rojo escarlata, cuando le abrió la puerta.

Ahora sabía una de las razones por la cual estaba tan deprimida. Se sentía fea pero ¿estaba desesperada para ser bella? Todavía no lo sabía. Su principal teoría era que al no poder lograrlo se cortaba como disciplina para conseguirlo. Tenía determinación pero de la manera equivocada.

Dejó todas las cosas como estaban, inclusive la sangre en el suelo para salir de la casa y tomarse otro taxi en dirección al hospital. Una vez allí, la secretaria del piso lo condujo hacia la sala de espera, donde estaba Cynthia, sentada, mordiéndose las uñas para calmar sus nervios. Guillermo se sentó a su lado y le sostuvo la mano para intentar calmarla.

- Sabe, estoy muy preocupada. Una como madre nunca espera que estas cosas pasen. La verdad que no entiendo que es lo que tiene en la cabeza de esa chica. Es simplemente una egoísta que quiere ver a su madre así, con todo el rimmel corrido y mordiéndose sus uñas de acrílico. ¿Acaso soy una mala madre? ¿Mala persona? Dígame ¿Por qué se lástima tanto?

- Señora Rojas, escúcheme e intente tranquilizarse. Su hija sufre de depresión severa y castiga su cuerpo porque cree que no tiene ningún valor en absoluto. Nescesito que me ayude para poder ayudarla. Cuénteme todo lo que sepa de ella.

- No somos muy cercanas que digamos.. Es difícil, soy una madre soltera y ahora lo que me interesa es conseguir pareja para no sentirme sola. No digo que me hija no me importe, es solo que no habla conmigo ni con nadie, se guarda todo para sí misma. Es imposible ayudarla. Lo único de lo que estoy consiente sobre ella es que tiene conflicto en la escuela. Sus notas son altas pero al parecer no tiene ni un solo amigo.

Antes de poder contestarle, se acercó la enfermera para avisarles que Clarissa se encontraba estable y apta para visitas. La madre se levantó con prisa y siguió a la señorita mientras que el doctor iba detrás.

Toc.. Toc...

Abrieron la puerta y allí estaba Clarissa. Acostada en una de las camas, inspeccionando la sala. Cynthia corrió para abrazarla.

- Estas bien, me alegra que te encuentres a salvo. No me vuelvas a asustar así nunca.

- ¿Qué hace aquí el doctor?

- Vino a visitarte ¿no es un ángel cariño?

Prefirió guardar silencio. No sabia que contestar. Entonces Guillermo dijo:

- Quería asegurarme de que estuvieras bien.

- ¿Por qué?

- Porque soy otra de las personas a la que le importas.

- Vez Clarissa, él si es un ángel.

- No te olvides que el lunes es nuestra propia sesión, si no pudes venir no te preocupes. Vengo yo.

Luego de hablar, el doctor se retiró y partió en busca de otro taxi.

- ¿Qué quieres hacer ahora hija?

- Descansar.

Quiero ser bellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora