0. Nobody

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"—¿Tenías miedo viviendo con Byron?"

Si le preguntabas a los vecinos quién vivía en el número 15-D, te responderían que tendrías que pedir la hora para saberlo.

A las ocho de la mañana vivía una pareja tranquila que hacía su desayuno, charlaba y veía televisión. En adelante, hasta las cinco o siete de la tarde vivía una muchachilla callada de mirada perdida que apenas y hacía ruido. A las siete, a veces a media noche, dependiendo del día de la semana vivía una pareja hostil, violenta y llena de furia.

A los vecinos les gustaba visitar a la callada señorita, charlaba sobre cosas vagas y ponía música suave para cantar en voz baja mientras hacía la comida. Aprendieron su nombre al poco tiempo, luego de llamar a la policía un par de veces. La extrañaron y a su música los días siguientes a que los paramédicos la llevaran al hospital luego de una caída en la bañera. Y de nuevo cuando se resbaló en la cocina y rompió unos cuantos vasos.

Y creyeron que él finalmente la había matado cuando desapareció como el humo de un cigarrillo.

"Todo el tiempo"

Vivir dentro del 15-D parecía interesante. El departamento estaba equipado con lo más básico. Dos habitaciones, dos baños, cocina, sala y comedor. Pequeño, acogedor, familiar.

Claustrofóbico, inhóspito, hostil.

La recámara principal estaba pintada de un suave azul y era teóricamente amplio para el tipo de departamentos que eran. Tenía una puerta que daba a uno de los baños y un balcón pequeño que se solía usar para fumar o tomar una taza de café.

Era una recámara común, con manchas de sangre en las paredes y la puerta del baño rota. Completamente normal.

La sala era el espacio que más usaban, un librero a medio crecimiento, tres sofás, una mesa de noche y la televisión conformaban los puntos más importantes de la casa, al igual que los agujeros en la pared y marcas de objetos rotos.

La cocina no era visitada más que para preparar alimentos cuando él se encontraba en casa, a ella le gustaba estar sentada a un lado de la ventana, donde podía ver la entrada al edificio y la del estacionamiento. Aún podías ver algunos rastros de sangre en la madera de los estantes, torpe Nina, no vio el agua derramada en el suelo y cayó, tirando algunos vasos en el proceso.

La segunda habitación no se usaba regularmente, seguía siendo el espacio más pacífico de la casa. Eslabones plateados que no podían ser cortados con nada eran parte de la decoración, un candado tan pesado que podía romperte los dedos finalizaba el detalle. No había más que una cama y una ventana pequeña, ella dejó unos cuantos libros ahí, así no se aburría. Era el único lugar donde podías encontrar un kit de primeros auxilios, no había espacio en otro lado. A ella le gustaba quedarse ahí varios días jugando el juego de cuando podía forzar el candado, casi siempre perdía.

Una de las actividades favoritas de la muchachilla del 15-D era maquillarse, justo en el tocador, sentada en la cómoda silla probaba varios maquillajes sencillos. Así al salir, las pocas veces que lo hacía, podía verse perfectamente normal.

"—¿Alguien sabe que huiste?"

Tres golpes suaves en el número 14-A era lo único que necesitaba Lorey Moore para abrir la puerta con molestia, el rostro se le puso pálido cuando vio a una chica, casi idéntica a su vecina frente a ella, la misma vecina que había desparecido hace tres semanas.

—Buenas tardes —habló Ophelia, colocándose los lentes de sol en el cabello —. Quería preguntar si usted sabe algo de mi hermana, Antonina.

"—No, nadie."

Ámame como a tus cigarrillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora