|Antojos y Abrazos|

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A la mañana siguiente en la casa Stan, las empleadas de servicio colocaban todo en el comedor para el desayuno. El pelinegro se sentó en la mesa y decidió sólo beber un poco de café antes de partir rumbo al hospital. No tenía apetito alguno. En eso llega la madre de Sebastian, Samantha, quien estaba sorprendida de encontrar a su hijo ya que antes de que ella despertara el ya no se encontraba. 

-Hijo, me alegro mucho de verte- saluda la mujer.

-Buenos dias mamá- el pelinegro se levanta y saluda a su mamá con un abrazo y esta se sienta seguido del pelinegro.

-Buenos dias. Te noto algo abatido hijo. ¿Es por Lizzie?- este asiente, ella sabía todo desde el comienzo ya que este confiaba mucho en ella y en sus consejos.

-Mamá, ¿Qué opinas de traer a Lizzie a vivir para acá?- ella abre los ojos a más no poder de la sorpresa.

-Pues me parece muy bien cariño, nunca tuve la oportunidad de conocerla bien, sólo la conocía de vista. Pero ¿podría saber porque?- pregunta curiosa.

-El doctor le realizó unas pruebas y como Lizzie está embarazada pidió que cuando la den de alta llevarla a un lugar neutral para que sus recuerdos no le lleguen de golpe o podría perder la cordura y eso en su estado es peligroso. Su amnesia es total- Samantha sintió un poco de empatía por la castaña.

-Me imagino que está muy mal por no recordar nada...- este asiente muy preocupado.

-Además... Necesito que seas su terapeuta mamá por favor. El doctor recomendó buscar atención psicológica de forma urgente para que ella pueda desahogarse debido a la gran confusión que todo le genera a su alrededor- pide el hombre preocupado.

-Lo haré encantada hijo, todo con tal de que estés tranquilo- el pelinegro sonrió. Se sentía muy afortunado de tener una madre tan comprensiva.

...

Linda despierta en el sofá y grande fue su sorpresa al ver a Lizzie parada frente a un espejo tocándose su abultado vientre descubierto ya que alzó la bata de hospital.

-No recuerdo como llegaste ahí dentro, pero juro que te amaré para siempre- la castaña le hablaba a su hijo o hija y Linda sonrió enternecida. Bajó la bata de hospital a su lugar y se miró la cara toda pálida.

-Me miro y ni aún así puedo acordarme de aunque sea un maldito detalle... Me siento una extraña- solloza triste.

-Lizzie vuelve a la cama- la mencionada se levanta y ayuda a su hija.

-Mamá me siento impotente al no poder ni siquiera recordar mi rostro. ¿Porque tuvo que pasarme esto a mi?- comienza a llorar.

-Cariño... pronto comenzarás a recordar cosas y esa sensación molesta pasará. Piensa en mi futuro nieto o nieta, debes ser fuerte por esa personita que llevas en tu vientre- la castaña asiente- ¿tienes hambre?- ella niega. -Tienes que comer igual Lizzie, por el bebé- pide la mujer preocupada.

-¿Tengo algún platillo favorito que me cocines, mamá?. No me gusta la comida del hospital- hace un puchero limpiando sus lágrimas.

-Amas las pastas, de todas las clases- las pupilas de la castaña se dilataron- y los cupcakes, sobre todo los de chocolate- sonríe.

-Quiero las dos cosas. Creo que empezó la etapa de los antojos- la castaña sonríe y en eso suena el teléfono.

-Linda, soy Sarah. Estoy de vuelta- la rubia maldijo bajo. Sarah Navarra era la mejor amiga de Lizzie, casi como una hermana. Se conocieron de niñas cuando la castaña fue a otra escuela de intercambio estudiantil y ambas al descubrir que tenían muchas cosas en común se hicieron amigas, hasta hoy día. No sabía nada del accidente de Lizzie ni de la muerte de Jonathan debido a que semanas antes del hecho tuvo que viajar a Jordania por compromisos laborales a causa de su carrera como modelo, y como la señal telefónica era algo pésima, estaba algo ajena a los acontecimientos.

-Sarah, que gusto me da volver a oír tu voz hija- la rubia se rasca la cabeza pensando que decirle a la castaña sobre Lizzie.

-Pasé por tu casa y no estabas, traje muchos regalos para ti y Lizzie. Tengo mucho que contarle, le dices que me llame para vernos por favor?- Linda no sabía que hacer, por lo que decidió invitarla a la cafetería del hospital para decirle la noticia.

-Sarah, cariño... Mira... Con Lizzie estamos en el hospital- Sarah inmediatamente se alarma.

-Le pasó algo a mi amihermana?. Dime Linda por favor. ¿Mi sobrino o sobrina está bien?- la rubia suspira algo cansada.

-Te mando la dirección y nos vemos en la cafetería para contarte todo. Han pasado cosas que no puedo contarte por teléfono-

-De acuerdo Linda voy para allá- cuelga.

-¿Quien era, mamá?- pregunta Lizzie curiosa y ya un poco más calmada.

-Una chica que te conoce muy bien y que te quiere mucho- la castaña sonríe.

-¿Y viene a verme?- Linda asiente- Quiero conocerla- dice limpiando sus lágrimas.

-Si, pero antes a desayunar- Lizzie puso mala cara y en eso llega Sebastian.

-¿Como está la paciente?- sonríe el pelinegro.

-Con hambre, pero la comida del hospital es mala- la castaña hace un puchero- Quiero pasta con cupcakes...- Sebastian al verla así tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no besar sus mejillas y mimarla como se merecía.

-Vuelvo en un rato- interviene Linda- por favor Sebastian, convencela para que coma algo por favor- este asiente

-¿Pasta y cupcakes?- el pelinegro finge estar pensando- te los puedo conseguir- asegura sonriendo.

-¿Me los podrías traer?. Te lo agradeceré de por vida, por favor- las pupilas de la castaña se dilatan. El pelinegro al verla tan ansiosa dedujo que la etapa de los antojos había iniciado.

-Está bien, pero si me prometes una cosa- la castaña asiente rápidamente-que confíes en mi y me dejes ser tu amigo- la castaña lo mira atentamente.

-Está bien- sonríe y el le corresponde.

-Lizzie, quiero que confíes en mi, quiero ser un... amigo para ti. Que así como necesitas a Linda, también me necesites a mi. Entiendo por todo lo que estás pasando, lo confundida que estás y lo asustada que te tiene eso junto con el embarazo. Se que es muy difícil pero quiero ayudarte, que cada que te sientas mal o quieras desahogarte, quiero que sepas que estoy aqui, para escucharte- la castaña comenzó a sollozar y este no puede evitar abrazarla. Linda no vino, ni una enfermera, no vino nadie y el pelinegro agradeció mentalmente, ya que consolaria a la mujer que amaba y no quería dar explicación alguna de la acción que estaba realizando a ninguna persona. Era la primera vez que tenía a la castaña entre sus brazos y el tiempo que durase el abrazo no lo desaprovecharía por nada. Lloró en sus brazos hasta que se calmó, las hormonas comenzaron a hacer de las suyas gracias al embarazo y lo entendía muy bien. Siguieron abrazados hasta que la castaña rompió el silencio.

-¿Sebastian, tu sabes todo sobre mi pasado?- ella rompió el abrazo para mirarlo a los ojos- Sólo dime si o no, por favor- lo mira con ojos de súplica.

-No todo, pero si lo sé- ella lo mira.

-Me prometes que cuando sea el momento indicado... ¿me lo contarás todo?- el pelinegro dudó unos segundos pero tomó su mano y mirándola a los ojos decidió responder.

-Lo prometo- ella volvió a abrazarlo y él, completamente enamorado correspondió el abrazo.

Lizzie desayunó gracias a que Sebastian había pedido a escondidas del hospital la comida que ella quería. La chica le agradeció y al cabo de media hora más tarde, volvió a quedarse dormida bajo la atenta mirada del pelinegro, quien velaba su sueño.

A Tu Lado (Sebastian Stan) ~En Proceso~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora