NO temo contar mi historia. Mucha gente piensa que del cáncer no se debe hablar, como si fuera
un tabú, pero yo no busqué tener cáncer. ¿Por qué debo callar algo que me tocó vivir y que, cada año,
más de un millón de mujeres en todo el mundo debe enfrentar? No es algo de lo que deba sentirme
avergonzada, es una realidad que no elegí. Es una enfermedad que me dio y que, así mismo, tuve que
enfrentar. Algunas mujeres no se animan a decir que tienen o tuvieron esta enfermedad, y yo quisiera
que eso cambie. Cuanto más nos informemos y nos comuniquemos, más nos ayudaremos a combatir el
cáncer de seno. Es bueno saber que de esto se puede hablar y que se puede salir adelante. Hay
personas que, al ser informadas de que tienen cáncer de seno, toman de inmediato el diagnóstico
como una pena de muerte, una catástrofe. Claro está que muchas mujeres no logran ganar esta batalla,
desafortunadamente, ya que de verdad es una enfermedad terrible. Pero hay que recordar que muchas
sí logran sobrevivir. Por lo tanto, al recibir esta noticia, uno no puede asumir que es una sentencia de
muerte definitiva. Debemos luchar y enfrentar esta enfermedad con la mejor actitud posible. Así fue
como lo hice yo, y aquí estoy, gracias a Dios, cumpliendo sueños y disfrutando de la vida. Espero
que mi historia sirva como uno de los miles de ejemplos de cómo se puede enfrentar este diagnóstico,
superarlo y salir aun mejor de lo imaginado.
No obstante, quiero que quede clarísimo que lo que yo diga o exprese en este libro sobre mi
experiencia definitivamente no es la única realidad en cuanto a esta enfermedad. Cada mujer pasa por
un proceso emocional diferente y lo vive a su manera, con sus tiempos, y eso está bien, es normal.
Cada quien se percata de lo que se tiene que percatar cuando le toca, ni antes ni después. Algunas se
aferran a Dios, otras lo cuestionan, y ambas reacciones son válidas. No hay que sentirse mal por no
vivir esta enfermedad como todas las demás. Cada paciente con cáncer de seno es un caso individual
y único, y cada cuerpo lo recibe de manera diferente a nivel físico y psicológico.
Si algo he aprendido a lo largo de este viaje es que lo que nos toque vivir, lo viviremos cada una
a nuestra manera. Hay quienes no quieren hablar del tema, otras que no pueden parar de hablar, unas
que no les importa mostrar su seno operado, otras que no se atreven. La realidad es que todas
pasamos por la enfermedad que lleva el mismo nombre, cáncer de seno, pero a todas nos afecta de
una manera diferente. Todas la vivimos desde distintos puntos de vista. Algunas tardan más tiempo en
comprender lo que les está pasando y en aceptarlo, otras tardan menos, hay personas que nunca lo
podrán entender y hay otras que lamentablemente no logran sobrevivir.
La verdad es que es como una montaña rusa de emociones donde unos días estás bien y otros no.
Lo esencial es darse la importancia necesaria a uno mismo en ese momento. Si no quieres hablar, no
hables. Si quieres gritar, grita. Si no quieres hacer el amor con tu pareja, no lo hagas. Si no quieres
cocinarle a la familia, no cocines. Si no quieres hablar con tu suegra, no hables. Una enfermedad
como esta no se trata ni de tu marido o esposa, ni de tus hijos ni de tu suegra, ni de tu propia madre:
se trata solo de ti. No hay nadie más importante. Este es tu tiempo. Al fin y al cabo, a las mujeres nos
encanta dedicarnos a todos los demás y a veces nos olvidamos de nosotras mismas. Momentos como
los que conllevan esta enfermedad sirven como un jamaqueo para abrirnos los ojos y volver a darnos
la prioridad que merecemos.
La idea no es dejar todo lo demás a un lado sino más bien reevaluar nuestra vida y ponerlo todo
en una balanza. Toma los minutitos del día que necesites para ti misma, es esencial. Después te
puedes dedicar al resto de la familia y a los amigos, pero siempre debes guardar un ratito para estar a
solas. Ese balance es necesario ya que el apoyo de los seres queridos es importantísimo pero
también lo es conectarse con uno mismo e intentar escucharse y respetar lo que tu mente y cuerpo te
piden. En realidad, este aprendizaje se puede aplicar a cualquier persona y a cualquier enfermedad.
Seas hombre o mujer, recuerda que si no te cuidas tú, no te cuida nadie.
Antes de recibir mi diagnóstico, andaba por la vida sin propósito, sin una razón de ser. Lo que me
ha tocado vivir me hacía falta, necesitaba vivirlo. Tenía que pasar por esas experiencias dolorosas
para poder ser la mujer que soy hoy día, una versión mejorada de mí misma. Tengo la misma esencia
pero comprendo cosas que antes no entendía. Muchos andamos por la vida sin entendernos, sin
conocernos, dejándonos llevar por lo que nos toca vivir en el presente, sin aprender del pasado y
mirar con esperanza hacia el futuro. Debemos crear conciencia para que, en vez de victimizarnos,
aprendamos de las cosas que nos pasan; así nos llenaremos de la fortaleza necesaria para enfrentar el
próximo obstáculo en el camino.
A mí lo que más me ha servido es tratar de tomar todo lo que me pasa, sea un tropezón o una
caída libre, con una actitud positiva. Si me tumban, me vuelvo a levantar y sigo caminando. Si la vida
me lanza al mar, salgo a flote y sigo nadando. Le busco el propósito, la razón y el aprendizaje a la
experiencia. Lo último que quiero es victimizarme. Lo último que quiero es que me tengan lástima. La
vida es demasiado corta. Hay que poner la mejor cara, sonreír y seguir adelante. Quizás me
equivoque pero muchas veces algo nos falta y no nos damos cuenta. Entonces nos pasan cosas duras:
es una manera que tiene la vida de darnos un jamaqueo para obligarnos a entender lo que quizás antes
no podíamos.
Escribir este libro me ha servido para conocerme mejor y me ha ayudado a procesar momentos
difíciles que quizá enterré durante un tiempo para fortalecerme. Estas son mis vivencias, mis
experiencias, mis logros y mis equivocaciones. La intención es compartir mi vida contigo pero si en
el proceso te inspiro o te brindo alguna esperanza, mejor aún. Sea que te sientas identificado o
simplemente te resulte una historia entretenida, hay un hilo que nos une: todos pasamos por momentos
buenos y momentos malos, la pregunta es cómo hacemos para sobrellevar los malos y así poder
disfrutar a pleno los buenos. A mí me tocó una seguidilla de golpes para los que no estaba preparada
pero, si no los hubiese vivido, no estaría donde estoy hoy. Aquí te dejo mi historia. Espero que la
disfrutes. Gracias por leerme.
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Viviendo
RandomVIVIENDO 'Antes de recibir mi diagnóstico, andaba por la vida sin propósito, sin una razón de ser. Lo que me ha tocado vivir me hacía falta, necesitaba vivirlo. Tenía que pasar por esas experiencias dolorosas para poder ser la mujer que soy hoy día...