Capitulo. 2 - Un atardecer de testigo

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Las clases trascurrieron como siempre, aburridas, hasta el final del día. Cuando sonó el timbre dando fin a las clases, Sarada tomó sus libros, mochila y salió rápidamente. No quería conversar con nadie, necesitaba distraerse un rato. Camino un tiempo hasta llegar a un lugar algo alejado del colegio y encontró una banca libre en el parque. Uno de sus pasatiempos, además de leer, era escribir. Canciones, poemas, pensamientos o lo primero que se le venía a la mente. El escribir la ayudaba a liberar sus pensamientos, las dudas que tenía sobre la propuesta que tenía actualmente, no la dejó tranquila todo el día. Sacó su agenda favorita y dejó que las palabras fluyeran. Estaba tan concentrada en escribir, que no se dio cuanta cuando alguien se sentó a su lado.

- Tan aplicada como siempre – esa voz la hizo sobresaltarse. Volteo y se encontró con esos ojos azules que la hacían sentir tan nerviosa, pero no lo iba a demostrar.

- ¿Desde cuando estas aquí? – preguntó

- Desde hace unos minutos – dijo Boruto, mientras terminaba de tomar de su botella. – ¿aun sigues escribiendo?

Se acercó mucho más para tratar de leer lo que estaba escribiendo en la agenda, pero Sarada la cerró rápidamente. – Nada que te interese.

- Y ¿Qué te trae por aquí? Nunca me diriges la palabra en el colegio y ahora estas aquí. ¿Pasó algo? - La verdad es que era raro que conversen como amigos, fuera del colegio y que no sean temas académicos, hace mucho que no lo hacían.

Lo vio de reojo, y tenía una mirada perdida en algún punto. Los cambios que estaban pasando en su casa lo tenían preocupado. Cuando vio a Sarada, recordó que ella era muy buena escuchando sus problemas.

- ¿Me vas a contar que te pasa? – Sarada lo miré directamente a los ojos.

Boruto dio un gran suspiro. – Pasó algo en casa y no tenía con quien hablarlo. Mi padre...- hizo un pausa - decidió adoptar a alguien.

Imaginé que se refería al nuevo que llegó a clases, creo que era Kawaki – Sarada lo dijo en su mente, no lo quería mencionar hasta que Boruto terminara de hablar.

- Esto pasó hace unas semanas. Papá llegó un día y nos dijo que estaba terminando los tramites de adopción. Al principio pensé que tener un hermanito no sería tan malo, alguien con quien jugar y conversar, sería muy parecido a como cuando Hima era una niña – lo dijo con una sonrisa nostálgica – pero no fue lo que esperaba. Ya debes imaginar quien es.

- Kawaki, ¿verdad? – respondí.

- Si, él. Ha pasado casi una semana desde que llegó a la casa y todos los días peleamos. – apoyó sus brazos en sus piernas y entrelazó sus manos. – Entiendo lo que quiso hacer mi papá, él no estaba pasando una buena situación con su padre biológico y decidió ayudarlo, darle un mejor ambiente. Pero no congeniamos en nada, casi ni habla.

- ¿Qué opinan tu mamá y Himawari? – Sarada tenía curiosidad de cómo habían reaccionado ellas.

- Ellas están felices de tener a alguien más en casa, mamá siempre le pregunta qué le gustaría comer y Himawari siempre trata de conversar con él. – hizo una pequeña mueca - Es a la única que le dirige más de una palabra.

Con esta poco información, Sarada se hacía la idea de qué le podría estar pasando. Era más que evidente, estaba celoso de la atención que le estaban dando, no solo sus padres sino su preciosa hermana. Ella rio internamente. Instintivamente, Sarada colocó su mano sobre la cabeza de Boruto, acariciándolo y revolviendo esos cabellos amarillos. Se venía tan tierno con esa actitud – tranquilo, nadie te quitará tu lugar en la familia.

Levantó la mirada. – que dices... no estoy celoso. – respondió sonrojado. – Además, tú también no dejabas de verlo. – Esto ultimo la sorprendió y más cuando él tomo la mano que había colocado sobre su cabeza. – Me di cuenta, no lo dejabas de mirar y hasta se sentó detrás de ti en el salón.

La molestia de Boruto se había incrementado hoy porque desde su lugar pudo observar cómo Kawaki miraba a Sarada y ella también lo hacía. Eso lo molestó mucho y aun más cuando le tocó sentarse detrás de ella. Que hubiera dado él estar en ese lugar, pero por llegar tarde lo colocaron la otro extremo de la clase.

- Eso fue porque el profesor lo indicó –Sarada respondió. Estaba un poco sorprendida de cómo había cambiado la conversación de Kawaki y su familia a Kawaki y ella. Ni siquiera había hecho lo que Boruto decía, lo había visto cuando llegó, pero nada más. – Y eso porqué te debe importar, solo somos compañeros de salón. – Lo retó con la mirada.

- Porque... - se quedó pensando unos minutos sin apartar la mirada y sin soltar su mano – eres mi...

Poco a poco se fue acercando a Sarada y entrelazando aún más sus manos. Sarada no sabía que hacer, primero estaba sorprendida por sus acciones, la ponía muy nerviosa tenerlo cerca; además, sus manos seguían juntas. Segundo, porque el ambiente lo sentía muy íntimo, el atardecer estaba comenzando y el sonido del viento la relajaban mucho.

Boruto también se encontraba hecho un lio, se sintió tan bien recibir el apoyo de Sarada. No solo con sus palabras, sino con esa pequeña caricia que hace mucho no lo recibía. Cuando eran pequeños, cada vez que peleaban o si estaba triste, ella llegaba y con ese simple gesto todo pasaba. Volvió a sentir ese nerviosismo y esa paz que le trasmitía.

Se atrevió a más y se acercó a sus labios, fue un pequeño beso. Su primer beso. El sentir el roce, para ambos fue algo nuevo y no sabían que más hacer. Duró solo unos segundos, y Boruto se separó. Sarada estaba sorprendida y con las mejillas rojas. Al separarse, bajó la mirada, ella no sabía que decir en esta situación. Se puso de pie con la intención de irse, pero él la detuvo, sus manos aún seguían juntas.

- Déjame ir – es lo único que pudo decir, pero mirando hacia otro lado. La soltó y salió corriendo a su casa.

Boruto solo la vio irse. Se maldecía internamente por lo que acababa de hacer. Se sintió tan bien el volver a conversar con ella, era alguien muy especial para él, que no midió sus actos. – Ahora, ¿Qué haré? No quiero que me odie – dijo internamente mientras miraba como se escondía el sol a lo lejos.

Por otro lado, Sarada no paraba de pensar en lo que había pasado en todo el camino. Por estar tan metida en sus pensamientos, no se dio cuenta que chocó con alguien dejando caer su bolso. – Disculpe - dijo mientras recogía sus cosas y continuo su camino. Solo que no se percató que un sobre quedó en le piso. La persona con la que había chocado recogió el sobre.

- Carta de Admisión de Sarada Uchiha – leyó en voz alta. 

Dilemas del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora