El cambia formas

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año: 2019

Era ya bastante tarde, era esa la razón de la carencia de luz, ese día la luna no se podía ver debido a las nubes y a la lluvia, era un típico día de invierno. Alguien caminaba bajo la lluvia aquel día, debía llegar rápido a su casa la razón no es importante, sin embargo miro al piso en el momento equivocado, por el agua corrían pequeños ríos rojos a favor de la corriente, en vez de cruzar donde debía, siguió de largo la curiosidad se apoderaba de su mente y de su cuerpo, sentía como el viento le corría el gorro de la chaqueta, además le despeinaban, pasada una cuadra era capaz de sentir como las gotas le corrían por la cara y por el cuerpo, ya que habían logrado traspasar su ropa. Siguió caminando y los ríos rojos se empezaron a concentrar más y a hacerse cada vez más grandes. Camino lo suficiente como para estar perdido, sin embargo siguió caminando en la búsqueda del lago rojo que alimentaba a los ríos. No había ni un alma en la calle, salvo por aquella alma que escapaba de un callejón, invisible para todos. Al llegar a la altura del callejón se percató de que los ríos nacían de aquel lugar, adentro del callejón, al entrar vio a una persona empapada con el agua que caía ese día en la ciudad. Se acerco y encontró el origen, un cuerpo sin vida con un cuchillo enterrado en la altura del corazón y múltiples corten en el cuello, además de que la otra persona, le acariciaba la cabeza como un padre a su hijo mientras duerme, de golpe, tomo una piedra y la estrello en la boca del cadáver, saliendo todos sus dientes volando, esto a su vez creo nuevas fuentes de líquido rojo. El asesino, levanto la mirada y vio al recién llegado, quien al ver su expresión tranquila y de placer le asusto más que ver al propio rey de los demonios, el recién llegado retrocedió un ar de pasos con una expresión de temor, todo se había vuelto helado de repente, el asesino empezó a recoger los dientes y a echarlos en una cajita metálica de mentitas, sin mayor apuro, la otra persona viva en la escena no se podía mover, su cuerpo no le respondía.

-Tienes lindos dientes, gracias por este regalo. – Dijo el asesino al cadáver-Mira alguien se nos quiere unir, ven acércate, nada malo te pasara- Dijo poniéndose de pie con una sonrisa macabra, empezó a caminar acercándose a la otra persona, la cual no se podía mover, luego le paso la mano manchada por la mejilla. -Tengo un pequeño juego, tendrás que jugarlo quieras o no. El juego trata de que tienes diez segundos para huir, si te atrapo, vas a acompañar a este otro a un lugar mejor. Para ganar tienes que llegar a la avenida de diez cuadras más allá. -Señalo por donde el testigo había venido, se quedó callado unos segundos. - ¿Qué esperas? El tiempo corre y te quedan seis segundos. A la de tres el tiempo volverá a correr. -El jugador salió corriendo a toda prisa del callejón, seguir vivo para mañana era su objetivo y si tenía que correr diez cuadras lo intentaría a toda costa.

Al haber terminado los seis segundos, el asesino salió del callejón y su nueva víctima ya estaba cruzando la calle y el punto de arranque había estado en la otra esquina, no espero más y salió disparado hacia su nuevo invitado, tenía ojos hermosos y unos dientes brillantes, los dientes eran su obsesión desde que tenía memoria y su mayor motivación a la hora de cometer crímenes, aunque también estaba el deseo de ser digno de su señor y el placer que sentía al arrebatarle la vida a alguien, él lo describiría como placer, alegría, pasión y una dulce sensación le recorría el cuerpo .

Alguien corría a toda velocidad, bajo sus pies había ríos rojos y ríos de agua, sus pies iban manchados de un líquido rojo el cual al tocar el agua intentaba salir de ahí, su cara de miedo se remarcaba con su palidez y los temblores de sus manos, si alguien lo viera en ese minuto, diría que ese alguien estaba huyendo del mismo demonio. Esa tarde seria para el olvido, toparse con un lunático y ahora jugar su juego a la fuerza para intentar salvar su vida, el sudor empezaba a aparecer cuando ya iba por la quinta cuadra, estaba muy agitado y su cuerpo tan frio como un hielo, el asesino le estaba pisando los talones, tenía que correr por vivir, sin embargo por última vez en su vida tuvo suerte, un alma en la calle apareció, un taxi, mientras corría lo paro y el conductor al ver la situación le abrió la puerta del lado de copiloto, alguien que iba desesperado salto de golpe, cerro de un portazo mientras gritaba que acelerara, el conductor le hizo caso, sin embargo algo extraño ocurrió con el asesino, este apareció en el asiento trasero del taxi, conductor y pasajero se quedaron pálidos del susto.

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