Capítulo 1.

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Siento que alguien está llamándome, tratando de despertarme de mi muy merecida, deliciosa, espectacular, rica y todos los adjetivos maravillosos para describir a una siesta habidos y por haber. Pero no puedo oír lo que dicen, parecen sonidos lejanos y confusos, como si me hablaran a mil años luz. Pero sinceramente no tengo intención alguna de levantarme. Nunca he sido una persona que duerme mucho, pero estoy tan cansada que creo que puedo dormir todo el día, claro si ya no lo es.

He pasado los peores días de mi vida, me han contado soble el proceso de mudarse y todo eso, pero siempre pensé que eran tonterías. Pero no. Está clarísimo que no es así.

Unos jalones me sacan de mi ensueñada siesta.

—¡Te lo juro Ema Smith que si no te levantas de esa cama, te voy a llevar a rastras por toda la bendita casa!

Esas advertencias sólo pueden venir de una persona.

—Mamá.. sólo dame cinco minutos más, sólo cinco por favor y, luego podrás llevarme a eso donde dijistes. —logro balbucear realmente adormecida.

—¿Qué? Mira niña, será mejor que te levantes ahorita mismo. Llevas dormida casi trece horas y tenemos mucho que hacer aquí, así que si no lo haces por las buenas, lo harás por la malas. —dice cada vez más molesta.

—Está bien... está bien. —comento levantándome rápidamente. Nadie puede retar a mi madre, uno nunca sabe como va a reacionar—. Pero mamá, por el amor de Dios, no me digas que tenemos que seguir desempacando. No más... —Digo mirándola fijamente. Sinceramente prefiero morir ántes que seguir desempacando un día más—. No hemos salido a ningún lugar por estar aquí.

—Pero hija, las cosas no se desempacarán solas ¿O sí?

Rayos, ella tiene razón.

—Lo sé, mamá, lo sé. Pero al menos tomemos este día como un día para descansar ¿Qué dices?  —Digo, intentándolo una vez más mientras le doy una espléndida sonrisa.

Ella me evalúa cuidadosamente con sus hermosos ojos azules por un momento,  tratando de averiguar que tengo en mente. Luego de un rato responde.

— Yo creo que no hija, sabes que hay muchas cosas que hacer aquí. Las cerámi..

—Lo sé mamá, las cerámicas son muy delicadas y hay que limpiarlas cuanto antes. —la interrumpo suavemente. Ella me da un asentimiento de cabeza, pues para ella sus piezas de cerámicas son algo así como su vida. Antes de casarse con mi papá,  se dedicaba a coleccionar todo tipo de cerámicas por todo el mundo. Por eso esas piezas significan tanto para ella, pues le recuerdan cada aventura recorrida por el mundo—. Pero tú y papá nos han mantenido toda la semana desempacando y arreglando. Solo por hoy ¿Si?

— Pero hija la cocina...

— No te preocupes mamá. —la interrumpo nuevamente. Sé que estoy a un paso de convencerla—. Cuando vengamos podemos hacer todo eso, ¿que dices?

Ella me mira entrecerando los ojos, pues sabe muy bien lo que estoy tratando de hacer.

—Está bien. —dice finalmente lanzando un suspiro—. Hablaré con tu padre. Pero te quiero ver abajo, el desayuno o diré almuerzo ya está listo. —caminando hacia la puerta, se gira y dice—. Lo olvidaba, espero que arregles esta habitación. Solo mirala, está echa un desastre.

Cuando al fin escucho la puerta cerrarse, vuelvo a rescostarme y suelto un suspiro. Al menos la idea funcionó. Ahora falta que papá venga y se niegue. Pero no lo creo, él me ama, y sé muy bien que esto de andar desempacando lo tiene tan molesto como a mí. Cuando estaba a punto de volver a quedarme dormida, escucho que mamá vuelve a llamarme e inmediatamente me paro de la cama.

Veo rápidamente la hora en el reloj del escritorio. Genial. Las 12:36. Me pregunto que cosas me tendrá este pueblo deparado.

—Espero que cosas buenas. —digo mientras me encamimo al baño. Al entrar no puedo evitar estremecerme al ver el desastre de éste—. Ugh, será un largo día.

La muy inocente apuesta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora