Capítulo 2.

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Bajando ya lista por las escaleras después de un relajante baño, no pude evitar oler el exquisito aroma de pan recién hecho que preparaba mamá. Ella tenía muchos talentos, pero la cocina sin duda era una de ellos. Estando ya abajo me dirijí hacia la espaciosa y moderna cocina, pero al entrar lo que ví me dejó petrificada.

Papá y mamá dándose un exuberante beso. Ugh.

—Ejem.  —dije incómoda viendo hacia otro lado y sintiendo un rubor en mis mejillas.

—Eh... Buenos días cariño.  —dijo mi padre separándose como si nada. Pues claro, no era primera vez que los cogía en la misma situación, increíble. —Espero que hayas descansado. Pero tomando en cuenta la hora que es, creo que sí.

Él me da una comprensiva sonrisa mientras toma asiento.

—Buenos días, papá —devolviendóle la sonrisa, caminé hasta la mesa para tomar asiento—. ¿Donde están los chicos? ¿Y por qué no están aquí devorandóse todo? —pregunté refiriéndome a mis maravillosos y menores hermanos gemelos. Pues sí, eran gemelos.

Miré a mamá, ella estaba de espaldas preparando no sé que... ¿Sandwiches?

Se me hizo un poco extraño que ellos no estuvieran allí primero que yo. Generalmente eran los primeros en la mesa, para tener sólo ochos años siempre comían como si fuera el fin del mundo.

—Imagino que ya vienen. Ellos estan arreglando su habitación —dijo mamá con una mirada de reproche mientras daba vuelta para sentarse. Puso una deliciosa canastilla de pan tostado en la mesa.

—Lo siento. —dije, ¿Es que acaso siempre tenía que reprocharme lo que hacía mal? Solté un suspiro. Madres.

Después de eso seguimos comiendo tranquilamente. Papá conversaba muy animado con mamá sobre parece, la decoración del patio trasero. Me preguntaba como estarían mis amigos de mi antigua casa, si me extrañarían o si se olvidarían de mí tan rápidamente. Probablemente lo harían las personas con las cuales apenas hablaba, pero no mis amigos. No katie ni Jhon. Ellos habían sido mis amigos de toda la vida, habíamos crecido y pasado tantas cosas juntas. Por eso, cuando se enteraron que me mudaba a Lebanon-Kansas, Hicieron una gran despedida con gente que ni siquiera conocía y dejándome ir con la promesa de que la comunicación nunca faltaría. Y lo cierto era que apenas habían pasado dos semanas pero ya los extrañaba demasiado. Hacía casi cualquier cosa para distraerme y no acordarme de lo triste que fue mi despedida. Y hablando de eso.

—Entonces, ¿será un día libre?

Los dos se giraron hacia mí con cara de no saber que carajos estaba hablando. Luego de un rato, mamá le explicó que me refería a lo de tomar el día libre y salir por ahí. Papá se quedó un buen rato en silencio, la verdad no sabía si estaba pensando o si siquiera había oído lo que mamá había dicho. Luego de un rato habló.

—Cariño, sabes que tenemos que hacer muchas cosas aquí. No pensé que esto de mudarse tomaría tanto tiempo. —lo último lo dijo soltando un gruñido

—Pero pa...—mi frase se interrumpió abruptamente por unos gritos.

Oh no, aquí vamos.

—¡Ya te dije que quiero la cama de arriba, soy mas grande que tú! —dijo una pequeña y dura cabeza rubia. Richard—. Mamá, por favor le puedes decir a la tonta de Lucy que soy mayor que ella, y por lo tanto la cama de arriba es mía.

—¡Papá y tú le puedes decir al tonto de Richard que somos gemelos y por lo tanto él no es más grande que yo! —dijo Lucy, una pequeña niña rubia con la cara tan roja de furia—. Además yo soy más linda que tú, así que esa cama es mía.

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⏰ Última actualización: Feb 26, 2015 ⏰

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La muy inocente apuesta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora