—EL HECHO DE QUE SEA CRISTIANA, NO QUIERE DECIR QUE ME CREERÉ ESE CUENTITO TUYO DE QUE VISTE A JESÚS EN TU SÁNDWICH —le dijo la francesa al chico alto.
—No son cuentos, en serio lo vi —insistió el castaño—. Te enviaré una foto esta tarde.
—Si, una foto que cualquier programa de edición podrá modificar —se burló la chica.
—Confía en mi —fue lo último que le dijo antes de doblar en el siguiente pasillo, pues el salón de su siguiente clase estaba de ese lado.
Isabella rodó los ojos mientras seguía su camino, sin embargo sus ojos captaron a cierto rubio que ahora portaba una chaqueta del equipo de fútbol americano.
Éste platicaba con otros chicos pero en cuanto sintió que alguien lo observaba su vista se desvió hacia cierta castaña, y no pudo evitar sonreír.
La chica Payne hizo igual cuando vió que dejaba a sus amigos y caminaba hacia ella.
—Hola —saludó él.
—¿Qué tal, nuevo mariscal de campo? ¿Está listo para el juego de la próxima semana?
—Tal vez algo nervioso —el chico Evans rascó su nuca—. Realmente espero ganar, todo el equipo cuenta con ello.
—Ganaron el partido anterior contigo como líder, estoy segura de que les seguirá yendo igual de bien.
—¿En serio lo crees?
—Te lo dije antes y te lo dire ahora —se acercó al rubio tomándolo de la mejilla izquierda—, yo confío en ti.
Esas palabras hicieron sonreír a Sam, mas aun cuando Isabella se inclinó para besarle la otra mejilla.
Fue entonces que tocaron el timbre, y sonriéndole por última vez con un brillo en los ojos, la castaña se alejó.
