Capítulo 4

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De nuevo me encontraba en los pasillos oscuros, sola, temiendo encontrarme con Isadora Delano o al señor López. Quizás también tema encontrarme con Lisa o Teresa, pero no son mi peor pesadilla. He vivido experiencias traumantes, es decir, no acabé en un internado por gusto, tuve que pasar por malos momentos. No suelo hablar de mi pasado con nadie, ni con los chicos ni con mis mejores amigas, no me gusta andar quejándome por todo, podría haber pasado mi infancia peor. Convivir con esas niñatas no me es de suma importancia, sí, me joden, y mucho, pero no todo es algo negativo, más adelante ya sabré como aguantar a gente así.

Paseo descalza por los fríos y agradables suelos, una noche de verano, semanas antes de las vacaciones. A pocos metros de mí se encuentra la nevera, repleta de helados exquisitos, cualquier niño se siente tentado por devorar todo el helado de la nevera. Rápidamente me llevo cuatro tarrinas grandes de helado de fresa y chocolate, con algo de dificultad cojo nueve cucharas y me las guardo en mi bolsillo derecho del pantalón. Mientras me acerco al ala de los chicos. Una vez en la puerta, llamo como siempre y no tardan ni un segundo en abrirme. 

-No tienes ni idea de lo que te queremos Samy- yo asiento ante la confesión de Abel. Estoy en la silla de estudio de Tom, jugando con mi cuchara. Los restos de helado ya han pasado el proceso de transformación de sólido a líquido, llevo dos horas aquí, el sueño se va apoderando de mí poco a poco. -Creo que ya es hora de que me vaya, mañana debo levantarme temprano, y ustedes también, así que echaros a dormir. -¡Sí, señora!- dicen Noah y Henry.


Con bastante sueño me dirigo a mi habitación. Entro sigilosamente, pues todas mis compañeras duermen como troncos. Deshago mi cama y me acomodo dentro de ella, mientras intento reconciliar el sueño, escucho tres golpes en la puerta, extrañada, me levanto cuidadosamente y abro la puerta. No veo a nadie, miro a todos lados pero nada. Salgo por si acaso y en el oscuro pasillo, distingo un papel blanco colgado en la pared de al lado. Todo esto me da mala espina, pero soy curiosa de nacimiento y no le temo a ninguna estúpida broma pesada. Cojo el papel y me lo llevo dentro. Me meto en el baño para poder encender la luz, y cuando lo hago, ahogo un grito. En cuestión de segundos tengo a mis amigas junto a mí, nerviosas y asustadas. Teresa y compañía me tiran un zapato además de insultarme, cierro la puerta y miro a mis amigas, aterrada. Sus miradas transmiten espanto por la gravedad del asunto, les muestro el papel y se tapan la boca con sus manos, sus ojos están abiertos como platos, incluso creo ver como Nikki suelta alguna que otra lágrima.

Un papel ensangrentado, cuatro adolescentes encerradas en un baño por miedo a las furiosas de sus compañeras. Típica sinopsis de una novela turca... Sí, es real lo del papel, y nuestro terror también.

-L-lee lo que pone- Hannah tiembla, me toca el hombro en modo de paz y yo asiento, trago saliva y comienzo a leer en voz alta.

-Querida Sam, siento tener que conectarme de esta manera con tu ser, pero es de suma importancia el hacerte saber esto cuanto antes.

Tras conocer tu hogar, es decir, tu internado... me asusté. Sam, no conoces la realidad de ese lugar al que tú llamas internado. Me encantaría poder contártelo todo, pero así es imposible, y muy arriesgado. Mañana espero verte, "tengo cosas mejores que hacer"

PD: Lamento lo de la sangre, pero es una prueba de lo que te haré saber. 

Miro a mis amigas y luego al papel, repito el proceso unas cinco veces, ellas hacen lo mismo. -¿Qué es esto?- la voz de Mia tiembla como el vaso de la película de Jurassic World, intento resolver su duda, pero ni yo misma lo sé. -La verdad que ni idea, pero quizás...- me rasco la barbilla mientras me paseo por el baño, observando el papel detenidamente. -"Tengo cosas mejores que hacer"- susurro. -¿Qué?. ¡Tengo cosas mejores que hacer, ya sé de quién es esto!- Las chicas me miran curiosas, ansiosas por saber mi descubrimiento. -¿Recuerdan que hoy les dije que se fueran sin mí?- todas asienten. -La razón es porque un chico que no había visto en mi vida, me estaba llamando- me quedo en silencio esperando opiniones. -¿Qué te dijo?- Hannah se acerca a mí y mira el papel. -Pues... al final nada, le pregunté de qué me conocía, a lo que me contestó que de mis clases de economía. Nunca lo he visto, pero tampoco soy de prestar mucha atención a las clases, así que puede ser verdad o no. Me dijo que no suele ir a clases pues... tiene mejores cosas que hacer- todas suspiran casi gritando, se llevan las manos a la cara y se pasean por la habitación. -Entonces...supuestamente, este chico misterioso, mañana te dirá cosas que desconocemos del lugar donde vivimos, y me temo que no es nada bueno- sé lo que piensa.

-Yo tampoco, pero igual tenemos que esperar a mañana para conocer la verdad.


Escrito por Eva

Aventuras en el internadoWhere stories live. Discover now