Capitulo 18

1.9K 162 8
                                    

Demián es el primero en reaccionar, como siempre. Yo sigo a Stephan con la mirada hasta que desaparece fuera de mi casa. Escucho que habla con los hombres que aparecen del otro lado de las camionetas, pero no entiendo lo que dice, todo lo contrario a Demián. Que parece haber captado todo. Su mano sujeta la mía con fuerza, llamando mi atención. Noah lo abraza por el cuello y esconde su pequeño rostro de los dos hombres que se mantienen quietos frente a nosotros, esperando impacientes. Me tengo que concentrar de sobremanera en el rostro de mi prometido para no soltarme a llorar desesperada. Él me sonríe.

-Lleva a Noah contigo, yo llevaré a Chloe. Tenemos que irnos ahora.- me habla en voz baja, increíblemente tranquilo-. Venga amiguito, sujeta a tu madre.

Noah hace lo que se le dice y ahora son mis brazos su lugar seguro. Le doy un beso en su frente para calmar su nerviosismo e ignoro la pregunta que me hace sobre sus abuelos. Dirijo mi atención a los dos zombies que siguen a Miller.

-Solo necesito que cierren todo. Cada ventana y puerta...

-Solo falta la puerta principal-. Me interrumpe uno de ellos, cuyo acento es demasiado cantado.

-Bien.

Sigo a Demián a la sala y me aferro aún más de mi hijo cuando el peso muerto de mi hermana recae sobre él. Miller prometió que ella estaría bien, pero lo que veía ante mis ojos, no era una buena señal. Deseaba llevarla a un hospital, dónde pudiesen ayudarla como de debía. Pero no había tiempo.

-Cubre su cuerpo.- me ordena, señalando la manta que habíamos dejado sobre el sofá la noche anterior.

Dejo a Noah en el suelo para hacer enseguida lo que me dijo y con desespero, le pongo la manta sobre todo el cuerpo, dejando a la vista solamente su rostro. Me aseguro que esté respirando antes de que Demián salga rápidamente de la casa. Busco a Noah con la mirada y ya no está. El corazón se me sube hasta la garganta y salgo corriendo a la calle, quedándome con el grito atorado en la garganta cuando lo veo caminar hacia las camionetas, pegado al costado de Demián. Quiero llamarle la atención de mala manera, pero en reprimo cuando caigo en cuenta de que no hay una verdadera razón para hacerlo.
La puerta de la casa se cierra detrás de mí y el sonido de la cerradura me pone en alerta, así que me dirijo a los vehículos.
Demián intenta acomodar a Chloe en el asiento trasero, pero ésta parece haber recobrado un poco de fuerzas cuando lo envuelve por el cuello con fuerza. No está despierta, pero al menos tengo la certeza de que sigue viva.

-Sube con ella.- hablo en voz alta-. Yo llevaré a Noah y te veré cuando lleguemos a la casa de seguridad de la que hablan.

No tiene tiempo para negarse, porque los dos hombres que nos custodian lo presionan para que se suba. Demián me lanza una mirada de preocupación antes de acomodarse en el asiento y desaparecer de mi vista. Cargo a Noah en mis brazos y sus bracitos me abrazan por el cuello.

-¿A dónde vamos?- me pregunta con curiosidad.

No sé que contestar. Literalmente, me quedo en blanco.

-¿Y los abuelos?

-Serán unas vacaciones.- la voz de Stephan me pone a la defensiva. Giro sobre mis talones y lo veo parado al lado de la camioneta, esperando por nosotros-. Tus abuelos han hecho una sorpresa para tí.

Los ojos de mi hijo se abren por la emoción y su agarre sobre mi cuello se intensifica.

-Pero tenemos que irnos. Ahora.- lanza la última palabra como una advertencia para mí.

Me muevo enseguida y entro en el asiento trasero, acomodando a Noah sobre mis piernas para poder tenerlo lo más cerca posible.
Estando dentro, me pongo ansiosa. No consigo procesar todo lo que estaba ocurriendo segundo tras segundo. Si antes sentía como el mundo giraba a mi alrededor y yo apenas podía notarlo, esto se burlaba de mí a un exceso. No era capaz de mirar a Miller por mucho tiempo, porque se sentía mal. Era como ver a un completo desconocido. Yo había actuado de la misma forma en la que lo hubiera hecho años atrás, pero él no. Fue una bofetada a todo mi ser.
Lo observo mientras sube al volante y acelera en cuanto su copiloto ha cerrado la puerta.

LA METAMORFOSIS DE UNA OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora