Capitulo 20

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El aterrizaje es mucho más aterrador de lo que sería normalmente. No solo por las pequeñas turbulencias que mueven el chatarro con violencia, sino por la vista llena de tonos verdes que chocan contra el cristal de la ventanilla. Sentía que, en cualquier momento un mal balance, nos llevaría a estamparnos contra uno de los muchos árboles que nos rodean. El lugar daba miedo y la humedad era tanta que literalmente ya podía sentir el frío en mis huesos.
Fui incapaz de abrazar a Noah, ya que necesitaba ambos brazos para rodear el respaldo del asiento. Demián tuvo que ponerme los cinturones de seguridad que tenían las camillas para que me mantuviera quieta. Lo odié momentáneamente por eso. Mis padres habían despertado solo unos minutos antes de que nos anunciaran el aterrizaje, y aunque no debería, agradecí su dolor de cabeza que no les permitía articular una oración completa. Querrían respuestas que no podía darles aún, no sin antes haberlas hablado con Stephan. Me gustara o no, tenía que tener esa charla con él y entender lo que pasaba, para así saber qué decir. Estaba aterrada, pero el miedo no solía paralizarme, o al menos así era antes. No conocía muy bien a la Charly de ahora en un ámbito como este. Solo esperaba que no me fuera a defraudar.

-Es todo. Puedes relajarte.- Demián se deshace de los cinturones, pidiendo que abra los ojos-. ¿Te sientes bien?

-Solo tengo hambre.- contesto enseguida, siendo muy sincera-. No desayunamos.

Me giro con cuidado y lo primero que encuentro es a Noah sonriendo, extendiendo su manita hacia a mí. Me pongo de pie y acepto el gesto, sujetándolo ahora sí, con fuerza.

-¿Dónde estamos?

Miro a mi padre con preocupación. Sus ojos están hinchados y sus mejillas están tan rojas como el carmín. Mi madre está peor, con sus labios resecos y la nariz irritada. Imagino el miedo que deben tener estancado en el pecho y sé que voy a comenzar a llorar.
Uno de los pilotos aparece de pronto, hablando en voz alta, pero nadie excepto Demián entiende lo que ha dicho. Intercambian un par de palabras y después, la puerta es abierta. El aire frío entra con desesperación, haciéndonos temblar. Tres hombres completamente desconocidos entran enseguida, repartiendo mantas a todos y dando nuevas órdenes que Demián tiene que traducir para nosotros:

-Dicen que debemos ir rápido a las camionetas.- desdobla la manta más grande y cubre a Noah con ella-. Van a llevarse a Chloe...

-¡No! ¡Alejen sus manos de mi niña!- el grito de mi padre interrumpe el informe de Demián y pone de mal humor a los hombres que se disponen a llevarse a Chloe.

-Solo van a llevarla a la camioneta. Deja que lo hagan.- le pido, acercándome a su lado-. Nosotros viajaremos con ella, no tienes de que preocuparte.

-¡¿Qué no tengo de que preocuparme?!- explota en mi contra, sujetando la camilla con una fuerza alarmante, haciendo que el metal chille-. No sé dónde estamos, ni lo que sucede y haces que sigamos a ese psicópata como si fuese Dios mismo. Estuviste justo detrás de nosotros, Chloe. ¿Viste lo que le hicieron a la policía?

-Esos no eran policías, papá.

-¿Entonces quiénes eran? ¡¿Quién?!- sus ojos empiezan a salirse de su órbita

-Leonard, por favor...- súplica mi madre, cubriéndose más con la manta negra.

-¡No! ¡Quiero volver a casa!

Uno de los hombres que rodea la camilla llega al desespero y lo empuja con fuerza, haciéndolo a un lado para que puedan moverse, pero eso solo lo empeora. Mi padre se pone como loco y con el mismo impulso del golpe recupera el equilibrio y se lanza sobre de él, cayendo al suelo entre maldiciones y gritos furiosos.

-¡Mamá, lleva a Noah!- le pido en ese instante, poniéndome delante de mi hijo para que no pueda verlo.

-No. Ve tú con ellos.- Demián me pone otra de las mantas sobre los hombros y prácticamente me arrastra fuera de la avioneta.

LA METAMORFOSIS DE UNA OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora