Capitulo 6

2.6K 205 10
                                    

La camioneta se detiene justo detrás del auto que Adam ha rentado para facilitar su estadía en la ciudad, por lo que puedo notar la tensión que lo embarga al notar lo cerca que se estaciona Demián. Regreso por el camino de piedras y prácticamente corro hasta llegar al lado de Adam, sonriéndole con cariño para que no se ponga incómodo y quiera irse como la última vez, tenerlo cerca me es agradable. Su rostro no deja la hostilidad y mi buen humor se ve en peligro. Doy media vuelta para recibir a Demián, que se acerca lentamente a nosotros, con el mismo gesto que Adam, solo que él parece sentirse herido por algo que me es indiferente. Lleva su impecable traje gris con corbata perfectamente atada y su cabello sigue tan intacto como la noche anterior, brillando un poco menos gracias a mis consejos de rebajar su gel de cabello con algo de agua. En sus manos trae una pequeña y elegante caja de cartón, cuyo color suave y olor dulce me da la impresión de ser un delicioso postre, que supuse, sería para la noche, no para el desayuno. Ese pensamiento me pone de mal genio, ¿Por qué tenía que ser así? Maldita sea. Parpadea un par de veces, intentando controlar sus pensamientos y me sonríe poco a poco, consiguiendo su cometido. Adam y yo nos quedamos tan petrificados con su gesto amable que nos muestra al tenernos de frente. Dudo un poco en qué hacer, pero sin pensarlo mucho me acerco y le doy un fugaz beso en la mejilla, que sé enseguida, debo completar con uno en los labios.

-Buenos días.- se inclina para darme otro más.

-No sabía que vendrías.- le recrimino por lo bajo, sonando más sorprendida que molesta-. Creía que dijimos cena.

-Supe que tendríamos compañía ésta mañana y no quise sacarlo de la gran noticia.- mira al frente-. Buen día, Adam. No era conocedor de tus dotes madrugadores.

Mi amigo le regala una mirada de chasco y finge una pequeña sonrisa, que se convierte en una real al mirarme de nuevo.

-No quería que Charly faltara al trabajo, así que vine a visitar a la familia por la mañana para no interferir.- explica-. Igual debo irme...

-Acompañanos.- Demián me roba la palabra-. Si no te roba tiempo, quisiera que entraras a la casa y compartieras con nosotros un poco de tarta.

Mi molestia sube varios grados, pero así mismo cae de golpe al darme cuenta que la petición de Demián no es tan alocada, después de todo Adam se iba a enterar de mi compromiso y aunque hubiese querido decírselo a solas, no encontraba problemas que se enterara junto con mi familia. Muy internamente sé que las intenciones de Demián son algo groseras, pero las mías no y quería de verdad compartir por fin una buena noticia con él, una real. Relajo mis hombros y le sujeto su brazo izquierdo con fuerza, dándole confianza.

-Vamos, no te aceptaré un no.- lo llevo por el camino, devuelta a la casa-. Olvidé mi celular en tu camioneta, por favor no vayas a llevártelo de nuevo, no quiero que sepas cuando inicia mi ciclo lunar.- me burlo de prometido, queriendo aligerar el momento

Adam suelta una carcajada y Demián pone los ojos en blanco, un poco avergonzado por la obviedad de dónde sacó la información sobre la llegada de mi amigo. Abro la puerta y los dejo pasar, cerrando detrás de mí. Noah sale al pasillo disparado, curioso por el sonido de la puerta. Sonríe emocionado al ver una vez más a Adam y corre a saludarlo, pero sin perder mucho tiempo y regalando el mismo entusiasmo a Demián, que le muestra en alto la cajita.

-¿Puedes adivinar que hay dentro?- la mueve con cuidado, poniéndola al lado de su oreja

Noah cierra los ojos y se concentra en el olor más que en el sonido. Le hago una seña a Adam para que me acompañe al comedor donde aún se encuentran mis padres, teniendo la conversación de sobremesa con mi hermana, que al ver a mi amigo se atraganta con la manzana, consiguiendo la atención de todos los presentes. Mi madre le pide que respire mientras mi padre le da golpecitos en la espalda. Demián y Noah de acercan para ver lo que ocurre, un poco preocupados por el tono rojo que mi hermana empieza a tener en las mejillas. Solo poco segundos después, vuelve a la normalidad, evitando mirar de nuevo al susodicho.

LA METAMORFOSIS DE UNA OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora