Hace ya un año desde que Fuutarou es el tutor de cinco hermanas: Ichika, Nino, Miku, Yotsuba e Itsuki, cuyas condiciones genéticas especiales es que son unas desastrosas... ¡¡¡quintillizas!!!
Fuutarou no tiene ojos para el amor, pues no le interes...
Os odio... ¡Os odio a todos! ¡Tontos, sois unos tontos todos! ¡No me entendéis! Me eché en mi cama.
—Es que nadie me entiende... Nadie... ¡Itsuki baka! —Lloré en descontrol. Entonces, cuando la cordura volvió a mi cerebro, recordé las caras de todos: Itsuki dolida, Miku preocupada, Fuutarou incómodo y dolido por igual, Yotsuba con malestar al ver a su hermana llorando y sobre todo, Itsuki decepcionada...
Es que el problema no es que mis hermanas y yo nos estemos separando por Fuutarou.
Es que el problema soy yo y mi trato hacia Fuutarou...
Me ruboricé de la vergüenza, entendiendo finalmente el verdadero problema. Aunque ya no tenía ganas de salir de mi habitación. Sentía como si algún monstruo me estuviera esperando fuera para comerme.
Tal y como solíamos jugar Ichika y yo de pequeñas, cuando las cinco de nosotras éramos idénticas y siempre estábamos juntas...
Mis pensamientos fueron interrumpidos por una suave voz, algo incómoda.
—Nino... Abre la puerta...
Era Miku.
—N-Nino no está a-aquí, ¡búscala en otro sitio! —Traté de imitar la voz de Itsuki, pero Miku no picó el anzuelo.
—Itsuki está con Ichika, dormida. Abre ya la puerta, Nino. Si no abres tú, entro yo.
Tal y como hizo Miku, entró en mi habitación cuidadosamente, cerrando gentilmente la puerta. Me miró, algo triste, y se sentó a mi lado. Sin mirarnos ambas, de mis ojos se escapaban unas lágrimas saladas y amargas, tal y como mi personalidad.
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Miku escuchó mi nariz respirando dificultosamente por la mucosidad que se acumulaba en ella de tanto llorar. Ella simplemente puso mi cabeza en su hombro, y entonces, descargué todo mi arrepentimiento contra el hombro de Miku.
—¡Yo no quería! —hipé, sollozando—. ¡La pelea se me fue de las manos y yo... yo... tengo que cambiar mi actitud, lo siento Miku, siento haber montado una pelea allí abajo! Yo...
—Nino —Alcé la cabeza, quedando a milímetros del rostro de mi hermana—. No soy yo a la que le tienes que pedir disculpas.
—A-ah, claro... Simplemente... Me tengo que disculpar con Itsuki, pero sobre todo con Uesugi. No sé por qué le dije todo eso cuando ni siquiera pienso que sea mal tutor... Supongo que estaba un poco harta de verle aquí en casa siempre y... —Me mantuve en silencio. Miku me tomó de la mano. Supuse que me había perdonado.
—Nino. Itsuki está dormida ahora. Mejor hazte un té y así conseguirás relajarte —Miku me tomó de la mano y salimos juntas de mi habitación.
Bajando las escaleras, nos percatamos de que tanto Yotsuba como Fuu-kun habían abandonado la sala de estar.
