Dos.

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El resto de la cena transcurrió en silencio y cuando terminamos nos quedamos viendo un largo rato.

—Será mejor que me vaya —dije al fin y pedí la cuenta.

El extraño insistió en pagar y lo hizo aun cuando yo estaba alegando que yo lo haría, deduje que estaba flirteando conmigo de nuevo.

—¿Es parte de tus intentos de flirteo?

—No, se llama caballerosidad.

Salimos a la playa y la brisa salina chocó contra mi rostro. Aspiré el dulce aroma del océano y me dio gusto por haber tomado la decisión de dejar Irlanda e irme a un lugar tan bello como lo era esa playa.

Avanzamos en silencio hacia el grupo de universitarios que ahora cantaban animados acompañados de una guitarra.

—¿Esto es caballerosidad o flirteo?

—¿Cómo?

—Me estás acompañando de regreso a la duna, me gustaría saber qué es para no malinterpretarlo y no evitarte el resto de mi vida.

El desconocido soltó una carcajada.

—Ven —tomó mi mano y se echó a correr hacia la fogata con el resto de universitarios.

Mis pies se hundían en la arena pero aún así me adapté al paso del extraño de ojos claros. Repentinamente se detuvo y en un susurro me dijo:

—Esto es flirteo.

Soltó mi mano y caminó hacia un chica que permanecía sola sentada en un tronco. Llevaba una enorme blusa color blanco y deduje que bajo ella, llevaba un bikini. Seguí al desconocido y me paré en seco cuando él se sentó junto con la chica solitaria del tronco, me acerqué un poco para poder escuchar.

—Hola —dijo el desconocido y la chica apartó la mirada de la fogata para dedicarle un vistazo al hombre que le hablaba.

—Hola.

—No eres de por aquí —conjeturó.

—No, ¿cómo lo sabes?

—Nunca había visto a una chica tan hermosa por estos rumbos.

La mujer se sonrojó y le esbozó una sonrisa de lo más natural.

—Gracias —logró decir.

—Ahora vuelvo —se disculpó y caminó hasta donde yo estaba—. Coqueteé con ella, ¿notas la diferencia?

—Ya entendí el punto —resoplé—, pero sé que hace cinco años aplicabas tus mejores armas de ligue en mí, patéticas por cierto.

—No lo negaré y no, no eran patéticas que me han servido tantas veces para llevarme a muchas chicas a la ca...

—¿Tratabas de llevarme a la cama? —exclamé, sin darle crédito a lo que acababa de escuchar.

—A ti no. Tú eras y eres diferente, difícil de descifrar —entrecerró los ojos.

—Gracias por el cumplido —sonreí y emprendí mi camino a la casa de la playa.

El desconocido no tardó en alcanzarme y continuamos subiendo a la duna donde nos habíamos reencontrado hacía ya un par de horas.

—Esto es caballerosidad —dijo de pronto y clavé mi mirada en sus ojos sin entender su punto—. No espero llevarte a la cama —explicó.

Su comentario me tomó desprevenida y no supe exactamente cómo tomarlo. ¿Era un cumplido o me estaba diciendo que no era lo suficientemente atractiva para gustarle? Si era cumplido, me sentía halagada pero si era lo segundo ¡me había ofendido! ¡vaya que sí!

Para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora