Nara vino corriendo desde su auto, y se lanzo con poca gracia a abrazarme, golpeando nuestras cabezas, aunque esto ultimo no le pudo importar menos.
-No puedo creer que tu madre ya te dejó salir otra vez, te extrañé muchísimo.-Dijo con lágrimas en sus ojos, y sin soltarme.
-Tiene dos trabajos, tampoco es como si tuviera muchas opciones.- Dije sonriendo.- Yo también los extrañé, no quería que la última imagen que vieran de mi en semanas fuera yo en una ambulancia medio muerta.- Todos se quedaron en silencio sin saber muy bien si reírse, o tomarse enserio lo que acababa de decir. Creo que Evan tenia razón, no todo el mundo comprende mi sentido del humor.- Quizás aún no estamos listos para reírnos de lo que pasó, pero créanme que en unos años, será un gran anécdota que contar.
Silas beso mi mejilla, me rodeó con su brazo y encendió un porro para después ponerlo en mi boca, y susurrarme en el oído "No sabes cuánto me alegra que estés bien, me estaba volviendo loco sin ti." Lo besé devuelta y apoyé mi cabeza en su hombro, mientras disimulaba las mariposas que sentí en todo mi cuerpo.
Luego moví mi mirada hasta donde estaban mis amigos, siempre me habían hecho sentir como en casa, hacían que en el interior de mi corazón algo cálido se formara, y me quitara todo el miedo, es así desde que nos hicieron actuar juntos en "La pradera azul y el vampiro acuático", la obra de teatro obligatoria de cada semestre de la maestra Giddens, a quien despidieron un año después, luego de que la internaran en un psiquiátrico, el rumor dice que se volvió loca luego de consumir tantos alucinógenos, y si es verdad explicaría mucho sobre las obras que escribía. Antes de ese día solo éramos Evan, mamá y yo contra el mundo, que nunca nos había tratado muy bien, pero después llegaron todo ellos, y llenaron un vacío que no sabia que tenia, un par de años después, Evan nos presentó a Silas, quien venia de su cara escuela de Artes, y rápidamente se unió al grupo, como si nos hubiéramos conocido desde siempre.
Pero a pesar de todo, luego del día de mi sobredosis me quede pensando en algo, y eso es el nulo miedo a morir que tuve en ese momento. No supe si fueron las drogas, o la confianza que les tengo a mis amigos, pero lo único que me asustó fue la reacción que tendría mamá y Evan, que aunque es mi mejor amigo, también es mi hermano mayor (aunque compartimos útero y solo nació veinte minutos antes.). El reaccionó de la forma mas dulce posible, mientras que mi madre solo lloraba y me preguntaba "que había hecho mal conmigo para que yo fuera así"
-Espero que hayan disfrutado a esta hermosa chica, pero tendré que llevarla a casa.-Dijo Silas, sonriendo. Cuando me di cuenta de que el sol ya se había ido, note como estuvimos toda la tarde fumando en el parque, aún así sentí que el tiempo no había pasado.
-No te la lleves, imbécil.- Le respondió Bea, abrazándome y mostrándole el dedo de en medio a Silas.
-Te veré pronto ¿si? A todos los veré pronto...los quiero...- Les dije soltando un par de lagrimas, intenté limpiarlas antes de que cayeran, pero fue en vano. Todos se lanzaron encima de mi para abrazarnos.
Luego de unos minutos de despedida, me levanté, tomé la mano Silas y nos fuimos en su bicicleta hasta su casa.
-Mis padres no están...- Me dijo al llegar.
-Algún día tendré que conocerlos.-Respondí besando sus gruesos labios.- No puedo seguir escabulléndome antes de que despierten todas las veces que vengo Silas.
-Lo se, lo se, pero ya te he dicho como son. No quiero que te espanten.
-Si no salí corriendo al verte comer tres hot dogs al mismo tiempo, no lo hará nada probablemente.
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Edén
Teen FictionUn grupo de amigos adolescentes con vidas complicadas. Nadie dijo que la vida sería bonita.